El teleférico de Rosales, un viaje por el cielo de Madrid

Transporta más de 200.000 personas al año

El teleférico de 'Rosales es la única manera asequible que tiene cualquier ciudadano para remontar los tejados de la villa y corte rumbo a la Casa de Campo. Lo que en su día fue uno de los atractivos turísticos de la capital de la España del despegue industrial se ha convertido en un medio apacible de matar el ocio para ciudadanos contemplativos que gustan de una panorámica insólita de la urbe y de un extravagante viaje de casi 2,5 kilómetros de largo a 50 metros de altura sobre las cabezas de sus vecinos.

Hace 16 años, en 1969, cuando se inauguró, el teleférico de Rosales era el primer...

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El teleférico de 'Rosales es la única manera asequible que tiene cualquier ciudadano para remontar los tejados de la villa y corte rumbo a la Casa de Campo. Lo que en su día fue uno de los atractivos turísticos de la capital de la España del despegue industrial se ha convertido en un medio apacible de matar el ocio para ciudadanos contemplativos que gustan de una panorámica insólita de la urbe y de un extravagante viaje de casi 2,5 kilómetros de largo a 50 metros de altura sobre las cabezas de sus vecinos.

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Hace 16 años, en 1969, cuando se inauguró, el teleférico de Rosales era el primero. del mundo en el que las 80 cabinas que transportan a los pasajeros -de patente suiza- se podían enganchar y desenganchar del cable del que penden, sin que diesen vueltas unas detrás de otras eternamente, como sucede en la mayoría de ellos.La construcción de este medio de transporte aéreo firmaba par te de un plan para convertir la Casa de Campo madrileña en una gigantesca área de recreo, en el que también se incluía un tren monorraíl"

"El teleférico sale del paseo de Rosales, entre el templo de Debod y, el parque del Oéste", señala Benito, administrador del mismo, "y llega a la colina 250 de la Casa de Campo". En la estación terminal no hay nada más que una cafetería con una bonita vista, un pequeño parque infantil y más de una cuarentena de máquinas tragáperras en el hall de llegada.

Pese a ello, el viaje en el teleférico es una atracción por si misma, como lo acreditan los 200.000 visitantes que pasan por él a lo largo del año. "No es que sean muchos", asegura Antonio Rivas Fernández, director de la explotación, "pero es lo suficiente para que se mantenga". El precio del billete es de 260 pesetas el viaje de ida y vuelta y de 180 el de ¡da, para un trayecto que dura 10 minutos.

Los dos años posteriores a su inauguración registraron los mayores récords de viajeros de toda su historia, con una media anual de 350.000 personas. El coste de la obra ascendió a unos 100 millones de pesetas de 1969 y se tardó aproximadamente un año en construirlo.

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El viaje por el cielo de Madrid permite contemplar desde las alturas, entre otras cosas, la escuela de cerámica, la ermita de San Antonio de la Florida, el río Manzanares y la Rosaleda.

Dos estaciones terminales

La instalación del teleférico madrileño consta de dos estaciones terminales: una en el paseo del Pintor Rosales y otra en la Casa de Campo, entre las que media una distancia de 2,45 kilómetros. En la estación de Rosales está el motor que hace moverse a las cabinas, y en la Casa de Campo están los contrapesos de 115 toneladas que tiran del cable para que esté siempre tenso. Los cables están sostenidos por seis pilares, alguno de los cuales alcanza el medio centenar de metros de altura.Aunque ya no es lo que era, el teleférico sigue atrayendo a gran número de especialistas; así, el pasado 25 de abril, la reunión de la Comisión de Coordinación del Transporte por Cable, celebrada por vez primera en Madrid, acabó con una visita al teleférico de Rosales. Y no hace mucho, técnicos de Singapur estuvieron varias semanas familiarizándose con él, ya que allí están construyendo uno similar.

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