VIOLENCIA EN MÉXICO

Al este de Sierra Madre

La matanza de Portillo Angosto o el tiempo detenido en el Estado mexicano de Oaxaca

Conviven en el Estado mexicano de Oaxaca 16 grupos étnicos, con diferentes lenguas y culturas, sobre un territorio poco mayor que Portugal. En algo menos de dos meses, dos pueblos perdidos de Oaxaca, Chichicapam y Santa María de Zaniza, fueron escenario de matanzas que costaron la vida a 19 personas en un caso y a 32 en otro. La opinión pública mexicana ya no se conmueve por estos acontecimientos. Odios seculares, enfrentamientos por la tierra, narcotráfico y hasta motivos pasionales son las causas de las carnicerías. Los pueblos, como Fuenteovejuna, se convierten colectivamente en asesinos de...

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Conviven en el Estado mexicano de Oaxaca 16 grupos étnicos, con diferentes lenguas y culturas, sobre un territorio poco mayor que Portugal. En algo menos de dos meses, dos pueblos perdidos de Oaxaca, Chichicapam y Santa María de Zaniza, fueron escenario de matanzas que costaron la vida a 19 personas en un caso y a 32 en otro. La opinión pública mexicana ya no se conmueve por estos acontecimientos. Odios seculares, enfrentamientos por la tierra, narcotráfico y hasta motivos pasionales son las causas de las carnicerías. Los pueblos, como Fuenteovejuna, se convierten colectivamente en asesinos de gentes que llevan una vida tan miserable como ellos mismos.

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ENVIADO ESPECIALEn el patio del Palacio de Gobier no de Oaxaca se pueden ver hoy día escenas que parecen arrancadas de la película de Elia Kazan ¡Viva Zapata! Campesinos vestidos de blanco, con el sombrero de paja tímidamente cogido en una mano y un pliego de peticiones en la otra, esperan pacientemente que alguien les reciba. Los pliegos hablan probablemente de promesas incumplidas de tierra y libertad . Por las paredes de pueblos y ciudades del Estado de Oaxaca aparecen con frecuencia pasquines con la imagen de Emiliano Zapata y textos que exigen "Fuera caciques y pistoleros".

A la capital del Estado acudieron el lunes 14 de abril el alcalde de Santiago de Amoltepec, Cosme Velasco, de 46 años; el representante de bienes comunales Juan López, de 28 años; el policía municipal Victoriano Velasco, de 20 años, y el maestro Antonio Roque, de 20 años, que fueron "para pedir justicia" y acabaron, tres días más tarde, en la cárcel de Sola de Vega como presuntos inductores y ejecutores de la matanza colectiva ocurrida en el lugar conocido como Portillo Angosto, adonde sólo se llega tras 10 horas de viaje en un vehículo todo terreno.

Todo empezó la tarde del 10 de abril, en el paraje conocido como Río Algodón, donde en una casamata que hace las veces de cantina, en el último punto a que tiene acceso el camión de viajeros, se organizó un tiroteo en el que murió un empleado del barucho y tres vecinos de Amoltepec que regresaban al pueblo.

La cantinera huyó hasta Santa María de Zaniza e informó a las autoridades locales de lo ocurrido. Mientras tanto, ya de noche, la noticia de las muertes llegó a Amoltepec, un pueblo perdido en la sierra al que no hay ni un camino de tierra y sólo se llega tras tres horas de monte a través.

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Los 10.000 habitantes de Amoltepec son indígenas zapotecos y viven desperdigados por pueblos y rancherías. Aquella noche del 10 de abril, los vecinos fueron convocados a golpe de campana y con el sonido de los cuernos. Al alba, unas 300 personas se pusieron en marcha hacia Río Algodón, donde se encontraban los cuatro muertos del día anterior. Desde Zaniza salieron también las autoridades locales, acompañadas de unos 120 vecinos, para levantar los cadáveres. Los habitantes de Zaniza son indígenas mixtecos. En agosto de 1984 habían sido asesinadas las autoridades municipales de Amoltepec; el crimen nunca se aclaró, pero los de Amoltepec todavía hoy echaban la culpa a los de Zaniza.

Nueva matanza

En Río Algodón coincidieron los dos pueblos, y se iniciaron las negociaciones para el traslado de los cadáveres. Se llegó al acuerdo de que los vecinos de Zaniza los llevarían hasta los límites del municipio de Amoltepec. Al llegar al paraje denominado Portillo Angosto, los de Zaniza no quisieron seguir adelante porque allí finaliza su municipio. Los de Amoltepec, que iban armados con escopetas, rifles del calibre 22 y otras armas de poco calibre, les conminaron a que siguieran con los cadáveres hasta su pueblo. Al grito de "¡O los Heváis o os los coméis!", los de Amoltepec iniciaron un tiroteo sobre los de Zaniza. Allí quedaron esparcidos 28 cadáveres de los de Zaniza.

Por barrancos huyeron despavoridos los que pudieron. En el hospital de Oaxaca, Almaquio Hernández, de 45 años, de Zaniza, se repone de las heridas sufridas. Almaquio dice que "nosotros sólo llevábamos tonillitas. Nos rodearon. Nosotros éramos unos 150 y ellos 250 armados". Un hermano de Almaquio murió en la matanza. "Cuando me pegaron, me fui cayendo por un barranco unos 1.000 metros. Me dieron un tiro que me atravesó la bariga y me caí al río. Luego me escapé. Me siguieron y me hice el muerto. Ellos se fueron carcajeando".

Almaquio apenas podía andar por las heridas y tardó tres días en llegar a Zaníza. "No comí nada. Al caer al río se me tapó la herida". Guadalupe Hernández, de 43 años, se salvó, a pesar de sus heridas, escondido bajo las hojas. Después de nueve horas a pie, Guadalupe consiguió llegar a su pueblo. "No había habido conflictos entre los pueblos, y por eso íbamos con confianza. Les vendíamos cosas, les dejábamos el maicito, para que comieran, porque en Amoltepec, en 10 días que no llueva se seca todo", dice Guadalupe, que quiere regresar a casa y abandonar el hospital de Oaxaca: "Más mejor estoy en mi casa. Además quiero ver a los chamaquitos".

La Prensa de la capital mexicana apenas reflejó la matanza de Portillo Angosto. Tan sólo una ligera referencia perdida que atribuía el caso unas veces a enfrentamientos con narcotraficantes y otras a disputas por linderos entre comunidades de Oaxaca. Ninguno de los heridos del hospital de Oaxaca sabe nada de que se plante droga en la zona. Los campesinos de Amoltepec y los de Zaniza parecen demasiado pobres como para estar implicados en la plantación de droga. Además las armas empleadas en la matanza son muy primitivas, escopetas y rifles de poco calibre, que no son los que usan los narcotraficantes.

En Zaniza, dice Guadalupe, las tierras se explotan de forma comunal; cultivan maíz y fríjol. "El campo es libre y la tierra es linda".

En la cárcel de Sola de Vega, Cosme Velasco, alcalde de Amoltepec, explica que en su pueblo la única producción que venden fuera del municipio es fruta, que tienen que acarrear con grandes penalidades porque no hay ni siquiera caminos de tierra. A la observación de que podrían obtener más beneficios con el cultivo de mota (marihuana), el alcalde no mueve un solo músculo de su cara y replica con expresión hierática: "No sé, es algo que habría que pensarlo".

Una semana después de la matanza, las autoridades de Oaxaca pueden dar una versión de lo ocurrido y presentar como un éxito a los cuatro detenidos. Las autoridades explican el retraso en dar explicaciones por lo inaccesible del terreno y por la falta de helicópteros para desplazar a la policía y los jueces al lugar de la matanza. En el patio del palacio gubernamental de Oaxaca, un periodista local comenta cínicamente: "Con los muertos del avión de Mexicana sí pudieron llegar inmediatamente. Claro que en aquella ocasión había de por medio la posibilidad de conseguir portafolios llenos de billetes, y en este caso son unos pobres indios".

En la cárcel de Sola de Vega, los cuatro presos de Amoltepec argumentan que son inocentes. Según su versión, ellos se llevaron los muertos y luego escucharon un tiroteo, que no se explican. El policía municipal Victoriano Velasco, que en una primera declaración

Al este de la Sierra Madre

había dicho que el alcalde había dirigido la matanza, ante el juez de Sola de Vega rectificó y aseguró que fue abofeteado por la policía y firmó la declaración por miedo. El policía municipal apenas habla castellano. Cuando el juez le pregunta si ratifica lo declarado en Oaxaca ante la policía, mira a su alrededor con gesto desvalido porque no entiende lo que le preguntan.Litigio abierto

La matanza de Portillo Angosto no es un hecho aislado en Oaxaca. El 13 del pasado mes de febrero, en Chichicapam, murieron 17 policías y dos vecinos en un enfrentamiento armado. Desde los años cuarenta está abierto un litigio por los límites de las tierras; comunales entre los pueblos de Yaxe y Chichicapam. El presidente mexicano Manuel Ávila Camacho otorgó en 1941 a Yaxe 3.579 hectáreas que no existían porque eran propiedad de Chichicapam. Desde entonces está abierto el litigio.

El procurador general (fiscal) del Estado de Oaxaca, Justo López, explica: "Les dieron unas tierras que no existían, pero estaba firmado y nunca lo entendieron. Cíclicamente, los de Chichicapam les echan bala, y luego siguen unos ocho o 10 años tranquilos". Según la versión del procurador, "los de Chichicapam echaron bala al autobús que pasaba a Yaxe y no pudo pasar". Los de Yaxe regresaron a Ocotlan en busca de protección. El fin de semana transcurrió tranquilo, pero el lunes los de Chichicapam prendieron fuego a un monte de arbustos y sitiaron a los de Yaxe, que pidieron protección a la policía.

El 13 de febrero, dos agentes llegaron a las proximidades de Chichicapam protegidos por 100 agentes de policía preventiva y 30 judiciales. Iban desplegados por el camino, y, según la versión del procurador, "un ala quedó envuelta por 2.000 gentes. Los policías nunca creyeron que los fueran a matar. Los rodearon y los asesinaron. Delante iban niños y mujeres y detrás hombres armados". Esparcidos; por el suelo quedaron los cadáveres de 17 policías y dos campesinos. La policía sólo pudo llevarse detenido a un campesino herido.

En su despacho del Palacio de Gobierno de Oaxaca, el procurador Jaime López, un abogado de elegantes maneras y cuidado vestido, explica con aire resignado ante las matanzas ocurridas en el Estado de Oaxaca: "Esto es como Fuenteovejuna. ¿Qué se puede hacer ante pueblos que matan todos a una?".

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