Cartas al director

RTVE y el Barcelona

Lamentablemente, una vez más, dos modestos aficionados al fútbol nos encontramos ante el bochornoso espectáculo de ver que el inefable Calviño, en oscuro contubernio con los no menos ilustres señores Pujol y Núñez, está dispuesto a que disminuya la productividad media del trabajador madrileño. ¿De qué otra manera puede interpretarse que la gloriosa hazaña realizada por el Real Madrid ante el Inter merezca atención informativa a horas tan intempestivas como de una a tres de la madrugada?Nuestra indignación como contribuyentes (también a la Comunidad de Madrid) crece al enterarnos de que la razó...

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Lamentablemente, una vez más, dos modestos aficionados al fútbol nos encontramos ante el bochornoso espectáculo de ver que el inefable Calviño, en oscuro contubernio con los no menos ilustres señores Pujol y Núñez, está dispuesto a que disminuya la productividad media del trabajador madrileño. ¿De qué otra manera puede interpretarse que la gloriosa hazaña realizada por el Real Madrid ante el Inter merezca atención informativa a horas tan intempestivas como de una a tres de la madrugada?Nuestra indignación como contribuyentes (también a la Comunidad de Madrid) crece al enterarnos de que la razón fundamental alegada para tal decisión reside en que, dispuesta la Generalitat a favorecer el intercambio cultural entre las nacionalidades periféricas, TV-3 ofrece la retransmisión del partido del Barcelona al País Vasco y Galicia en exclusiva, para así evitar que las arcas del centralista Real Madrid se vean favorecidas por el pago de los derechos de retransmisión, mecanismo de financiación del Barcelona por el que parece haber optado el Gobierno reformista catalán.

Ante este nuevo atentado del centralismo autonómico sólo se nos ocurre una solución: que el conspicuo señor Leguina recupere su genial idea del 3% para instalar una televisión madrileña (que no madridista) que garantice al pueblo de Madrid su derecho fundamental al ocio y permita el desarrollo económico de la comunidad, puesto en peligro por la alevosa nocturnidad a la que nos obliga RTVE.-

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