El congreso de los comunistas italianos abre el debate sobre el PCI del año 2000

El debate sobre lo que deberá ser el nuevo Partido Comunista Italiano (PCI) del año 2000 empezó a fondo ayer en el palacio de deportes de Florencia, que se había Ilenado de variopintos paraguas, mientras en el exterior caía un aguanieve que calaba hasta los huesos. La jornada de ayer, la segunda, estuvo marcada por las intervenciones del filosoviético Armando Cossutta, que utilizó la vieja retórica anticapitalista y antimperialista, y de Luciano Lama, el reformista ex dirigente del sindicato de mayoría comunista, que apoyó la tesis lanzada la víspera por el secretario general, Alessandro Natt...

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El debate sobre lo que deberá ser el nuevo Partido Comunista Italiano (PCI) del año 2000 empezó a fondo ayer en el palacio de deportes de Florencia, que se había Ilenado de variopintos paraguas, mientras en el exterior caía un aguanieve que calaba hasta los huesos. La jornada de ayer, la segunda, estuvo marcada por las intervenciones del filosoviético Armando Cossutta, que utilizó la vieja retórica anticapitalista y antimperialista, y de Luciano Lama, el reformista ex dirigente del sindicato de mayoría comunista, que apoyó la tesis lanzada la víspera por el secretario general, Alessandro Natta, de situar al PCI en línea con la izquierda europea.

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La Prensa italiana subrayó que Natta, el heredero del histórico y carismático líder comunista Enrico Berlinguer, ha colocado su partido en la izquierda europea; que ha sido decretado el fin de "la diversidad comunista", tesis que había arrojado al PCI a un gueto, para presentarlo al mismo nivel que los demás partidos demócratas occidentales y, por tanto, con todas las cartas en regla para poder gobernar.El diario La Repubblica escribió ayer que Natta ha presentado "una nueva identidad del partido, que acepta ya vivir dentro del capitalismo", y añadía que el Partido Comunista, Italiano sigue manteniendo como característica propia "la bandera moral de Berlinguer". Es un partido que, según el diario turinés La Stampa, "habla de una nueva revolución, buscando un equilibrio entre Estado y libre rnercado".

El diario Il Manifesto, donde se refugió el grupo que fue expulsado del PCI en tiempos de Enrico Berlinguer, precisamente por Alessandro Natta, publicaba ayer que el secretario comunista ha presentado un partido que busca "una alianza reformadora a la altura de los tiempos" y que ha afirmado que los comunistas italianos "ni son subalternos ni están en declive".

Transformación unitaria

Los observadores, en general, señalan que Alessandro Natta quiere arrastrar unitariamente a todo el partido hacia una profunda transformación interna, y colocarlo en el ámbito de un socialismo más parecido a la socialdernocracia alemana que al Partido Socialista Italiano.El PSI, que dirige el actual primer ministro, Bettino Craxi, es demasiado pragmático para un partido comunista como el italiano que está saliendo ahora de una larga historia de idealismo y de utopías, y que vivió con Enrico Berlinguer, casi como una pesadilla, la exigencia ética de la moralidad y de la austeridad.

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Sólo el diario Il Corriere della Sera, muy cercano a las posiciones de los socialistas de Craxi, ha titulado a toda página, con un cierto escepticismo: "El nuevo PCI nace viejo".

El título ha chocado porque los observadores han sido unánimes en destacar el perfil de novedad ofrecido por Natta. Hasta el punto de que la pregunta que se hacía ayer La Repubblica en su editorial era: "¿Y ahora qué hacemos con un PCI que ya no es diferente?", refiriéndose a la novedad de que el PCI está cambiando de piel y se presenta sólo como un gran partido "progresista y reformador".

La novedad de esa búsqueda de la no diversidad de este nuevo partido comunista, tal como empieza a aparecer al segundo día del congreso de Florencia, es tal que, en su discurso de tres horas y media, Natta no pronunció nunca la palabra "imperialismo", y entre las 27 personalidades citadas por el líder comunista no figuraron ni Marx ni Lenin.

Mientras, el discurso que pronunció ayer Armando Cossutta, representante de la corriente filosoviética del partido, en el que figuraban frases que pertenecían a la antigua y clásica liturgia del partido -como "el progreso no se identifica con el capitalismo"; "hoy como ayer, los comunistas deben luchar para superar el capitalismo"; "el imperialismo existe y llamado por su nombre"-, fue acogido no sólo con frialdad, sino como algo exótico y raro en este congreso reformador.

Por el contrario, el reformista Luciano Lama, ex líder carismático de la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), fue ayer muy aplaudido cuando dijo, apoyando a Natta, que una de las principales novedades de este congreso es haber colocado al PCI en la izquierda europea. O cuando afirmó que los juicios críticos contra la política de Ronald Reagan no deben convertirse en "anatemas estériles", ya que, afirmó, "la democracia norteamericana es también hija de la cultura y de la civilización europea".

Utopía progresista

Lama explicó a la asamblea, que abarrotaba la sala ya antes de que subiese a la tribuna, que en los comunistas italianos existe una cierta "confusión" por el hecho de que en un día lejano identificó sinceramente "los grandes ideales socialistas con el modelo concreto del socialismo soviético".Luciano Lama añadió que hay que tener en cuenta que "una concepción dinámica del progreso acaba con los modelos, pero deja intactos los valores fundamentales de justicia, trabajo, libertad, igualdad y paz de toda utopía progresista de nuestro socialismo".

Después de Natta, Lama fue el más aplaudido, hasta ayer, en el congreso de Florencia.

Las fuerzas políticas italianas están menos pendientes de las repercusión y dimensión internacionales dadas por Natta al nuevo curso comunista que de los problemas que dicho cambio puede plantear en un plazo inmediato en la política interna de Italia.

Se esperaba, por ejemplo, que Natta se arrojase en brazos de los socialistas para construir la llamada alternativa de izquierdas, pero en realidad ha sido mucho más hábil, al dejar abierta la puerta -en línea con el viejo espíritu de Berlinguer o con el ecumenismo de Togliatti- para una futura colaboración, por lo menos, con el sector más progresista de la Democracia Cristiana. Natta fue muy duro con la DC, pero afirmó al mismo tiempo que "no está escrito en las estrellas que el partido comunista deba ser eternamente un antagonista de la Democracia Cristiana".

Ayer fue muy aplaudido el dirigente comunista Alfredo Reichlin, una de las columnas del partido, que aceptó la línea planteada por Natta en su informe. Hizo una llamamiento a la izquierda de la Democracia Cristiana para que se asocie a la nueva estrategia comunista de un gobierno de programa".

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