Los países latinoamericanos se oponen a la reforma de la política crediticia del BID

La 27ª asamblea anual de gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fue inaugurada ayer por el presidente de Costa Rica, Luis Alberto Monge, y por el presidente del banco, Antonio Ortiz Mena, con la asistencia de 2.200 personas entre ministros, presidentes de bancos centrales, banqueros privados y observadores de organismos internacionales. La conferencia se inició con la total oposición de los representantes latinoamericanos a una iniciativa de Estados Unidos para modificar la política crediticia del BID.

Los norteamericanos, por medio del secretario adjunto del Tesoro, ...

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La 27ª asamblea anual de gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fue inaugurada ayer por el presidente de Costa Rica, Luis Alberto Monge, y por el presidente del banco, Antonio Ortiz Mena, con la asistencia de 2.200 personas entre ministros, presidentes de bancos centrales, banqueros privados y observadores de organismos internacionales. La conferencia se inició con la total oposición de los representantes latinoamericanos a una iniciativa de Estados Unidos para modificar la política crediticia del BID.

Los norteamericanos, por medio del secretario adjunto del Tesoro, James Conrow, proponen que se modifique el sistema de votación para conceder determinados créditos, de manera que no se aprueben por simple mayoría, como pasa en la actualidad, sino por una mayoría calificada del 65% de los votos. La enmienda obligaría a los países latinoamericanos, que cuentan con el 53% de los votos, a buscar el apoyo de EE UU o de los socios extrarregionales para obtener los créditos.Los representantes latinoamericanos alegan que no tiene justificación reformar el sistema actual, que ha probado su eficacia durante más de 25 años y que ha llevado al BID a destacarse entre las fuentes financieras más solventes y de mayor prestigio en el mundo. Los expertos consideran que el objetivo norteamericano pretende forzar a los países que utilizan los créditos para fines específicos a negociar previamente el apoyo extrarregional o de Estados Unidos, que es el mayor contribuyente a los fondos del banco.

En cambio, entre los representantes latinoamericanos existe un amplio respaldo a la tesis del presidente del BID para que no se limite el apoyo financiero únicamente a programas económicos, sino ampliarlo a proyectos sociales que contribuyan a resolver problemas de las familias de recursos más bajos. Desde este punto de vista, Ortiz Mena calificó el viernes pasado de prioritarios el desarrollo de la agricultura, las fuentes de energía y las comunicaciones, sin dejar de lado la solución de proyectos de ámbito social, como la educación y la sanidad.

Mayores recursos

Basándose en esta tesis, los delegados latinoamericanos pretenden un aumento de los recursos del BID, de 25.000 millones de dólares por lo menos, para las operaciones de financiación del período 1987-1990, poniendo el énfasis en el desarrollo económico y social. En este aspecto se refleja otra diferencia Norte-Sur, ya que el secretario adjunto del Tesoro norteamericano propone que el BID deje de financiar "exclusivamente" proyectos de desarrollo e ingrese en el terreno de los préstamos estructurales, donde las condiciones exigidas a los países afectan a sus políticas económicas y no solamente a la viabilidad de cada proyecto concreto.

Por otra parte, el informe anual del BID indica que el producto interior bruto (PIB) promedio latinoamericano se incrementó durante 1985 en más del 3%, pero este resultado estuvo influenciado por la alta tasa de crecimiento de Brasil, superior al 7%, que representa más de una tercera parte del PIB de la región. El resto de Latinoamerica creció a un ritmo inferior al 2%, menos que el aumento de la población, lo que supone una disminución del PIB per cápita.

La transferencia de recursos al exterior se estima que llegó a 30.000 millones de dólares en 1985. Esa cifra es superior a la de 26.000 millones registrada en 1984, pero inferior al máximo de 31.000 millones de 1983. La inversión interna bruta experimentó bruscos descensos del 14% y 19% en 1982 y 1983 y pareció estabilizarse en 1984, aunque a un nivel inferior en un 30% al registrado en 1980.

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