Adiós al carnaval con el 'entierro de la sardina'

Un luto rigurosamente festivo acompañó ayer al inevitable entierro de la sardina que, como cada año, marca el fin de la algarabía carnavalesca para dejar paso a la austeridad de la Cuaresma. La Alegre Cofradía del Entierro de la Sardina decidió ayer resucitar su preciado tesoro, enterrado por primera vez en la Casa de Campo, para unirse a las ocho de la tarde a las multitudinarias exequias que se celebraron en la plaza Mayor, organizadas por el Ayuntamiento de Madrid. Los integrantes del Teatro del Gusarapo dejaron en las calles un sabor a procesión profana después de quem...

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Un luto rigurosamente festivo acompañó ayer al inevitable entierro de la sardina que, como cada año, marca el fin de la algarabía carnavalesca para dejar paso a la austeridad de la Cuaresma. La Alegre Cofradía del Entierro de la Sardina decidió ayer resucitar su preciado tesoro, enterrado por primera vez en la Casa de Campo, para unirse a las ocho de la tarde a las multitudinarias exequias que se celebraron en la plaza Mayor, organizadas por el Ayuntamiento de Madrid. Los integrantes del Teatro del Gusarapo dejaron en las calles un sabor a procesión profana después de quemar impunemente al pelele Tío Marcos ante miles de ojos incrédulos.El esperpéntico desfile de mujeres enlutadas y de hombres con solemnes capas y chisteras había empezado al mediodía; A primera hora de la tarde, el trasiego de botellas de sidra y botas de vino hacía mella en los cofrades, reunidos en la glorieta de San Antonio de la Florida para despedir a la sardina.

Por su parte, el cortejo organizado por el Ayuntamiento partió de la plaza de la Paja en medio de una confusión generalizada. Unos se unieron a la fiesta en calidad de simples espectadores; otros, sin embargo, no dudaron en sumarse al monocolor cortejo que acompañaba a decenas de sardinas, atunes y sucedáneos encaramados en lo alto de un palo, dibujados en pancartas y estandartes o simplemente enlatados.

La fiesta se prolongó hasta bien entrada la noche.

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