Tribuna:SEGUNDAS JORNADAS SOBRE JUVENTUD Y ADMINISTRACIÓN

Por un pacto de Estado sobre política de juventud

El autor defiende la necesidad de formalizar un pacto sobre la política de juventud a partir de la experiencia del Ayuntamiento de Barcelona, tras afirmar que ha terminado la etapa de concienciación del problema. Uno de los objetivos del pacto sería el de clarificar las competencias y evitar duplicidades.

Hace dos años, en las I Jornadas sobre Políticas de Juventud y Administraciones Públicas, organizadas en Madrid por el Ministerio de Cultura, ya se afirmaba que había llegado el momento de clausurar la fase caracterizada por la toma general de conciencia acerca de la necesidad de elabo...

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El autor defiende la necesidad de formalizar un pacto sobre la política de juventud a partir de la experiencia del Ayuntamiento de Barcelona, tras afirmar que ha terminado la etapa de concienciación del problema. Uno de los objetivos del pacto sería el de clarificar las competencias y evitar duplicidades.

Hace dos años, en las I Jornadas sobre Políticas de Juventud y Administraciones Públicas, organizadas en Madrid por el Ministerio de Cultura, ya se afirmaba que había llegado el momento de clausurar la fase caracterizada por la toma general de conciencia acerca de la necesidad de elaborar una política integral o global de juventud, para entrar en una nueva etapa en la que esa toma de conciencia se materializase en el diseño y la aplicación de dicha política. Consecuentemente, en Barcelona se inició un complejo proceso de elaboración que desembocó, en 1985, en la aprobación del Proyecto Joven, por el pleno del Ayuntamiento.La metodología de trabajo para diseñar este plan -concebido como una auténtica política integral de juventud desde una óptica municipal- contemplaba tres grandes aspectos. En primer lugar, el análisis científico de la realidad actual de nuestra juventud, realizado por ocho equipos de expertos profesionales y sectorializado en otros tantos ámbitos: trabajo y desempleo; asociacionismo y participación; conductas problemáticas; valores básicos de la juventud; tiempo libre y cultura; deporte y enseñanza; servicios institucionales a la juventud, e incidencia de la información en el mundo juvenil.

El segundo tema era la participación. Huyendo de los típicos y tópicos estudios sobre determinadas realidades sociales elaborados por personas ajenas a las mismas, en los trabajos de diseño del Proyecto Joven de Barcelona (PJB) intervinieron 116.000 jóvenes de la ciudad, cuyas opiniones fueron pulsadas a través de debates, cuestionarios, centros de estudio, asociaciones y, en especial, por medio del Consejo de la Juventud de Barcelona. Nunca se había hecho en esta ciudad un esfuerzo así para contactar directamente con los jóvenes.

Por último, el tercer aspecto se centró en la configuración de una política global de juventud de las diferentes áreas municipales y de las demás administraciones públicas concurrentes en la temática juvenil.

El resultado fue la definición de las 72 líneas de trabajo que configuran el Proyecto Joven:

1. Inserción social y profesional. La juventud es el sector social más azotado por la crisis económica. Las deplorables consecuencias sociales e incluso psicológicas que acarrea a los jóvenes la práctica imposibilidad de acceder al mundo del trabajo hacen imprescindibles unos programas de desarrollo economico que contemplen planes de fomento del empleo para la juventud. De este modo se facilita la inserción sociolaboral de los jóvenes y se incentivan sus proyectos de autoocupación.

2. Participación y asociacionismo. El joven debe ser protagonista de la vida ciudadana. La Administración debe facilitarle los servicios y canales apropiados para que se convierta en ciudadano activo, fomentándose, entre otros aspetos, el asociacionismo juvenil.

3. Información y orientación. En una sociedad urbana de masas es imprescindible que los jóvenes tengan acceso a la información necesaria para poder tomar iniciativas propias.

4. Prioridades sociales y pluralidad. Una política integral de juventud no puede dejar de establecer una serie de prioridades sociales de actuación. La Administración debe ser beligerante en la lucha contra las desigualdades sociales que afectan a la juventud. Por otra parte, es necesario tener en cuenta la pluralidad que caracteriza a la problemática de los jóvenes para poder ofrecerles respuestas diversas a sus diversas realidades.

5. Descentralización. La descentralizacíón de la Administración es una condición sin la cual es impensable un acercamiento efectivo entre los jóvenes y las instituciones.

6. Cultura. Los planes de actuación dirigidos a la juventud deben contemplar la cultura como una herramienta de innovación social que facilite el acceso de los jóvenes a la misma -tanto en calidad de creadores como de usuarios- y el desarrollo comunitario, y que potencie las diferentes tendencias de expresión cultural que surgen del universo juvenil.

7. Implicación interdepartamental. La política global de juventud debe desarrollarse bajo el signo de una plena colaboración interdepartamental e, incluso, interinstitucional. De no jdarse esta circunstancia, resultaría harto difícil que dicha política pudiera moverse dentro de las coordenadas del trabajo social, la dinamización sociocultural, la promoción de la salud y la educación permanente.

Pacto estatal

Ahora, cuando las Jornadas sóbre Políticas de Juventud y Administraciones Públicas se hallan en su segunda edición, una vez superada la etapa de toma de conciencia conviene empezar a ser conscientes de otra imperiosa necesidad: para poder llevar a cabo con eficacia y hasta sus últimas consecuencias un programa global de juventud, se revela absolutamente necesaria la consecución de un pacto estatal que implique a todas las administraciones públicas -central, autonómicas y locales-, así como la formalización de un acuerdo con el tejido social que facilite el protagonismo participativo de los jóvenes.

Ese pacto de Estado para una Política integral de Juventud clarificaría el marco de competencias de cada administración pública en materia juvenil y evitaría duplicidad de funciones y esfuerzos. El pacto de Estado coordinaría las actividades institucionales dirigidas a los jóvenes estableciendo convenios entre los diferentes niveles de la Administración concurrentes en este terreno, al tiempo que aseguraría, en cada caso, unos servicios completos y eficaces dirigidos a la juventud.

La consecución de ese pacto de Estado, por último, garantizaría la racionalización y el uso adecuado de. los recursos disponibles -económicos, humanos e infraestructurales- para hacer efectiva la política integral diseñada.

Para el buen desarrollo de estos criterios resulta imprescindible adoptar una actitud receptiva hacia todas las realidades que configuran el universo juvenil actual, así como estar dispuestos a aceptar los riesgos que comportan el diálogo y la relación directa de los jóvenes con las administraciones públicas. Sólo bajo esta sensibilidad será posible una relación basada en la franqueza y la confianza; una, relación, en definitiva, que asegure la Ubre expresión de las potencialidades de la juventud. Debemos trabajar con la finalidad de construir una sociedad donde todos tengan su espacio y puedan expresarse libremente. Y en esta tarea no podemos permitirnos el lujo -un lujo no sólo superfluo, sino tremendamente injusto- de dejar a nadie al margen.

Enric Truñó i Lagares es concejal de Juventud y Deportes del Ayuntamiento de Barcelona.

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