Cartas al director

Memorial agravios y virtudes

Sin impulso alguno de amistad o afecto ni por afán de crítica, sino como necesidad imperiosa, me creo en el deber de contribuir en la medida de mis modestas dotes de hombre político a clarificar las ideas de todo español, sea cual sea su sexo, edad, condición social o ideario, sobre la actuación del Gabinete socialista presidido por su secretario general, Felipe González Márquez.Es de rigor sentar la premisa de que, sin darse un cesarismo en el Gobierno socialista, sí existe una dirección que, aunque intenten afirmar es colegiada, corresponde en un porcentaje importantísimo a Felipe González, ...

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Sin impulso alguno de amistad o afecto ni por afán de crítica, sino como necesidad imperiosa, me creo en el deber de contribuir en la medida de mis modestas dotes de hombre político a clarificar las ideas de todo español, sea cual sea su sexo, edad, condición social o ideario, sobre la actuación del Gabinete socialista presidido por su secretario general, Felipe González Márquez.Es de rigor sentar la premisa de que, sin darse un cesarismo en el Gobierno socialista, sí existe una dirección que, aunque intenten afirmar es colegiada, corresponde en un porcentaje importantísimo a Felipe González, por ello los errores o fracasos, y en contrapartida los aciertos o éxitos del Gobierno, se deben imputar en una medida considerable al presidente del mismo.

Primero. El primer error o fracaso es el aumento del número de parados, hecho incontrovertible que, siendo peligroso si se analiza por un economista y acuciante en cuanto a su remedio desde un prisma político, reviste tal gravedad que puede hacer caer cualquier Gobierno y forma de Estado, ya que son ya enormes cantidades de personas que no pueden subvenir a sus necesidades más primarias, originándose un clima tan tenso que cualquier detonante puede hacer estallar con consecuencias imprevisibles pero siempre horrendas para España.

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Si a este fracaso se añade la promesa de crear 800.000 puestos de trabajo nuevos, y desde luego el que escribe tiene la plenitud de conciencia de que la referida promesa era hecha con la mejor buena fe y sinceridad, y que su incumplimiento ha sido por causas ajenas, el número de parados ya enorme se agiganta a los ojos del pueblo español por este contrasentido entre lo prometido y lo obtenido.

Segundo. Constituye un fracaso de gran importancia el no haberse cicatrizado las heridas de nuestra contienda, ya que si bien por la parte de la izquierda se intenta esta necesaria conducta, no se ha conseguido cerrar dicha herida indultando a los condenados por el golpe de Estado del 23 de febrero, hombres que si bien se pueden considerar autores de delitos formales, es de justicia y equidad re-

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