Cartas al director

Un mirlo blanco

El artículo de Caro Baroja sobre Tovar (véase EL PAÍS del 13 de enero de 1986) es algo tan insólito y extraordinario que merece una atención especial. Sería una tragedia nacional el que pasara inadvertido y no sacáramos de él las enseñanzas que puede ofrecemos. Es un mirlo blanco en una bandada de cuervos negros; es un rayo de esperanza en este desolado paisaje.En un país en el que dominan los gallos y los pavos reales; en el que reinan la fantochería y los seudosabios; en un país en el que vemos a diario a escritores que pontifican sobre lo divino y lo humano, que saben de historia, de litera...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El artículo de Caro Baroja sobre Tovar (véase EL PAÍS del 13 de enero de 1986) es algo tan insólito y extraordinario que merece una atención especial. Sería una tragedia nacional el que pasara inadvertido y no sacáramos de él las enseñanzas que puede ofrecemos. Es un mirlo blanco en una bandada de cuervos negros; es un rayo de esperanza en este desolado paisaje.En un país en el que dominan los gallos y los pavos reales; en el que reinan la fantochería y los seudosabios; en un país en el que vemos a diario a escritores que pontifican sobre lo divino y lo humano, que saben de historia, de literatura, de economía; escritores que nos dicen quién es el mejor escritor, y el mejor prosista, y el mejor literato del siglo XVIII, o del XIX, o del XX; que emiten juicios rotundos y categóricos sobre Azorín, Baroja, Machado, Ortega, Unamuno, J. R. Jiménez, Valle-Inclán, Pedro Salinas, Ortega, Unamuno, Cela, Delibes, y otros cien escritores más, todo ello en un solo artículo... En este desdichado país de fantoches, jueces supremos, poseedores y definidores de la verdad; en este país de vedetes y de vedetas; en este desgraciado país aparece un escritor que ha publicado obras densas, apretadas, magníficas, que ha renunciado a todo honor y a toda gloria, y que siempre que habla o que escribe nos da una lección ejemplar de humildad y de sensatez.

En este país, Caro Baroja es algo tan raro, tan excepcional, tan extraordinario que merece un homenaje excepcional y extraordinario. Yo propondría que se cree una medalla a la humildad y se conceda a este ser humano tan raro, y propondría que el artículo de Baroja sirva de texto de lectura en nuestras escuelas. Nada más importante pueden aprender nuestros niños que este ejemplo de trabajo y de humildad. Nuestro futuro no va a depender de que estemos en la CEE o fuera, o de que entremos en la OTAN o quedemos fuera, pero sí va a depender totalmente de que dispongamos de ciudadanos como Caro Baroja.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En