El Gobierno griego admite la posibilidad de prorrogar las bases militares de EE UU

El Gobierno griego admitió ayer, por primera vez desde la firma del acuerdo de cooperación militar greco-estadounidense en 1983, la posibilidad de revisarlo para que las cuatro bases norteamericanas estacionadas en suelo heleno no tengan que ser desmanteladas en 1989."Si Estados Unidos quiere revocar dicho acuerdo, tendrán que decirlo claramente", declaró un portavoz del Gobierno, que también evocó la posibilidad de que el Parlamento griego vuelva a reunirse para sustituir la ley de cierre de las bases por otra nueva.

Caso insólito en la historia de los tratados internacionales, el firm...

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El Gobierno griego admitió ayer, por primera vez desde la firma del acuerdo de cooperación militar greco-estadounidense en 1983, la posibilidad de revisarlo para que las cuatro bases norteamericanas estacionadas en suelo heleno no tengan que ser desmanteladas en 1989."Si Estados Unidos quiere revocar dicho acuerdo, tendrán que decirlo claramente", declaró un portavoz del Gobierno, que también evocó la posibilidad de que el Parlamento griego vuelva a reunirse para sustituir la ley de cierre de las bases por otra nueva.

Caso insólito en la historia de los tratados internacionales, el firmado entre Grecia y Estados Unidos en 1983 tiene dos versiones igualmente válidas: en letra inglesa, las autoridades de Estados Unidos dicen leer perfectamente la posibilidad de renovar el acuerdo, mientras que el original griego, ratificado en Atenas por el Parlamento, asegura que las bases tendrán que ser desmanteladas.

El portavoz griego ya citado admitió ayer que, tras "un verano recalentado", Washington y Atenas tienen la intención de abordar con optimismo el nuevo año. A Estados Unidos no le faltan intereses estratégicos en el Mediterráneo oriental, y al primer ministro griego, Andreas Papandreu, le sobra talento bizantino para responder al desafío.

Poco después de leer el informe del diplomático soviético Serguei Bojan, que desertó en mayo de su puesto en Atenas para asilarse en Washington, Ronald Reagan aconsejó con éxito a los turistas estadounidenses no viajar a Grecia, bajo el pretexto de que el aeropuerto de aquella capital no era lo suficientemente seguro entonces contra la piratería aérea. Siguió una revisión de las cláusulas de seguridad que Grecia tendría que ofrecerle a Estados Unidos para que el Pentágono acceda a venderle 40 aviones de combate F-16 sin riesgo de que la tecnología de estos aparatos acabe en la Unión Soviética. Nadie ignora que además se exige de Atenas un arreglo en el tema de las bases.

El propio secretario de Estado norteamericano, George Shultz, visitará Grecia "dentro de poco" para ver cómo las fuerzas estadounidenses pueden seguir presentes en sus bases de la isla de Creta, frente a Libia.

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