Cartas al director

Los GRAPO y la amnistía de 1977

En el número correspondiente al 12 de octubre se insertaba un artículo titulado El Consejo de Europa acepta a trámite una petición de independentistas catalanes. Estoy seguro de las razones que asisten a quienes, como los independentistas catalanes que se mencionan en él, exigen la puesta en libertad de los presos políticos; pero en ese artículo se desliza un error que ha aparecido con mucha frecuencia en los medios de comunicación. Se trata de la afirmación de que "los miembros de los GRAPO encarcelados salieron a la calle en virtud de la amnistía de 1977".Pues bien, es fácil de compro...

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En el número correspondiente al 12 de octubre se insertaba un artículo titulado El Consejo de Europa acepta a trámite una petición de independentistas catalanes. Estoy seguro de las razones que asisten a quienes, como los independentistas catalanes que se mencionan en él, exigen la puesta en libertad de los presos políticos; pero en ese artículo se desliza un error que ha aparecido con mucha frecuencia en los medios de comunicación. Se trata de la afirmación de que "los miembros de los GRAPO encarcelados salieron a la calle en virtud de la amnistía de 1977".Pues bien, es fácil de comprobar que tras la promulgación de aquella amnistía parcial los únicos presos políticos que permanecieron en las cárceles fuimos precisamente los miembros de los GRAPO apresados como consecuencia de las acciones contra Oriol y Villaescusa. Ciertamente, se concedió la amnistía por alguna de las causas que se seguían contra nosotros, pero en cambio no se nos concedió por otras por las cuales ya nos habían caído cientos de años de prisión. Que yo sepa, aún sigo en la cárcel, así como varios de mis compañeros con los que fui detenido a comienzos de 1977.

No creo que con esta nota vaya a acabar con los que seguirán contando bulos y falsedades en torno a nuestra organización y sus militantes, pero creo que es necesario salir al paso de ellas y no dejar que la única voz que se oiga sea la del infundio y la mentira- Manuel Casimiro Gil.

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