Una mujer, herida de una cuchillada en el pecho por dos muchachas atracadoras

Dos muchachas, de entre 15 y 20 años de edad, asaltaron ayer una modesta tienda de electricidad próxima al Puente de Vallecas y, cuando ya habían conseguido un botín consistente en 600 pesetas, un reloj, un anillo y las llaves del local, acuchillaron en el pecho a la mujer que en ese momento atendía el comercio. La víctima, Natividad Moya Martínez, de 26 años, permanecía ayer ingresada en el Hospital Provincial. Con una herida en la región precordial y otras en ambas manos, su estado era grave pero no hacía temer por su vida.El propietario del local asaltado, Electricidad Garabitas, situado en...

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Dos muchachas, de entre 15 y 20 años de edad, asaltaron ayer una modesta tienda de electricidad próxima al Puente de Vallecas y, cuando ya habían conseguido un botín consistente en 600 pesetas, un reloj, un anillo y las llaves del local, acuchillaron en el pecho a la mujer que en ese momento atendía el comercio. La víctima, Natividad Moya Martínez, de 26 años, permanecía ayer ingresada en el Hospital Provincial. Con una herida en la región precordial y otras en ambas manos, su estado era grave pero no hacía temer por su vida.El propietario del local asaltado, Electricidad Garabitas, situado en el número 22 de la calle Cerro de Garabitas, explicó a media tarde de ayer el suceso mientras se dedicaba a cambiar las cerraduras de su comercio, una tiendecita con bombillas, pilas, enchufes y otros objetos de electricidad domésticos.

El propietario había escuchado poco antes el relato de los hechos de boca de la propia víctima, su mujer, a la que acababa de visitar en el hospital y que, tras ser intervenida quirúrgicamente, se encontraba consciente. Hacia la 1 de la tarde, contó el dueño de Electricidad Garabitas, había telefoneado a su mujer para decirle que se acercara un momento a la tienda porque él tenía que salir a atender a una cliente en su casa. Apenas Natividad se había hecho cargo del negocio cuando entraron dos muchachas de menos de 20 años. Una era rubia, tenía unas heridas en los labios y vestía con chándal rosa. La otra, morena, lucía una prenda semejante de color azul.

En la tienda no había nadie más y las recién llegadas esgrimieron enseguida sus argumentos: dos cuchillos grandes de cocina. Natividad les entregó lo que pedían: el dinero de la caja, ni siquiera 1.000 pesetas, y lo que llevaba encima. Entonces una de las chicas le acuchilló en el pecho.

La agresora buscaba el corazón, pero no llegó a alcanzarlo, y eso salvó la vida de su víctima. Natividad, ya herida, se protegió el pecho con las manos y en el forcejeo posterior, éstas quedaron cubiertas de heridas. La dependienta ocasional cayó al suelo, y nada ni nadie impidió la fuga a pie de las atracadoras por un barrio que, en palabras de sus habitantes, ya está acostumbrado a estos hechos.

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