Tribuna:

Racismo

Afortunadamente, los españoles no somos racistas. Tendremos otros defectos, pero de todos es sabido que la cosa esa del racismo no nos afecta nada, ni una miaja. Por ejemplo, un mercado público de Madrid acaba de contratar guardias privados para que impidan a la gitanería el andar pidiendo limosna entre los puestos. Tanto celo ponen estos hombres en su tarea, que no se limitan a expulsar a aquellos cogidos in fraganti con la mano petitoria y la boca abierta, sino que a veces cortan por lo sano y no dejan entrar en el mercado a ninguna hembra oscura. Total, que hay días que las puertas d...

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Afortunadamente, los españoles no somos racistas. Tendremos otros defectos, pero de todos es sabido que la cosa esa del racismo no nos afecta nada, ni una miaja. Por ejemplo, un mercado público de Madrid acaba de contratar guardias privados para que impidan a la gitanería el andar pidiendo limosna entre los puestos. Tanto celo ponen estos hombres en su tarea, que no se limitan a expulsar a aquellos cogidos in fraganti con la mano petitoria y la boca abierta, sino que a veces cortan por lo sano y no dejan entrar en el mercado a ninguna hembra oscura. Total, que hay días que las puertas de la lonja están abarrotadas de mujeres-color-cobre que asaltan a las mujeres-color-blanco con un modesto ruego: por favor, cómpreme un pollo, señorita, que a mí no me dejan pasar para comprarlo. Pero esto no tiene nada que ver con el racismo: la culpa es de los gitanos, que ya se sabe que son unos pesados. Tan pesados, tan obcecados y tan suyos que se empeñan en desdeñar la sociedad paya, en seguir malviviendo en chabolas y en mantener una tasa de analfabetismo del 85%, en vez de estudiar para arquitectos y de residir en chalés de lujo. Son muy brutos.A Dios gracias, los españoles no somos racistas. Junto a mi casa hay un parque suburbial, un polvoriento espacio abierto con pinos languideciendo entre basuras. Al fondo, allá donde la cochambre se convierte en horizonte, hay un asentamiento de gitanos. De vez en cuando un adiestrador de perros acude al parque con sus animales. Y en ocasiones, para hallar un entretenimiento en su trabajo, el adiestrador azuza al perro contra los churumbeles que cruzan el parque hacia su casa. Pero esto no es racismo: el animal nunca les va a morder, sólo les ladra. Y es tan divertido ver a los gitanillos corriendo como exhalaciones, dando gritos, huyendo por la puerca ladera cuesta abajo.

En fin, menos mal que los españoles no somos racistas. Por ahí fuera, en Estados Unidos, en Suráfrica, hay gente mala que desprecia a los negros. Nosotros, en cambio, con los negros surafricanos o estadounidenses no hemos tenido jamás problema alguno.

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