Desafío para Palme

Olof Palme, el veterano líder de la socialdemocracia de Suecia, debe ser un personaje irritante para los políticos conservadores de Europa occidental y de Estados Unidos. El domingo ganó otra elección, aunque con una reducida mayoría, habiendo gastado las semanas últimas de una vigorosa campaña arrojando agua fría sobre el llamado neoliberalismo. (...)Palme y la socialdemocracia sueca han derrotado de forma convincente el desafío político planteado por el más radical y libertario Partido Conservador, dirigido por Ulf Adelsohn.

Hace un año parecía posible que Adelsohn rompiese los moldes...

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Olof Palme, el veterano líder de la socialdemocracia de Suecia, debe ser un personaje irritante para los políticos conservadores de Europa occidental y de Estados Unidos. El domingo ganó otra elección, aunque con una reducida mayoría, habiendo gastado las semanas últimas de una vigorosa campaña arrojando agua fría sobre el llamado neoliberalismo. (...)Palme y la socialdemocracia sueca han derrotado de forma convincente el desafío político planteado por el más radical y libertario Partido Conservador, dirigido por Ulf Adelsohn.

Hace un año parecía posible que Adelsohn rompiese los moldes de la política sueca. El Partido Conservador, abogando por una mayor libertad individual, impuestos más bajos y un pequeño sector público, en las encuestas aparecía casi junto con el socialdemócrata.

Ahora parece que el electorado sueco ha escogido apostar por la seguridad y comprometerse con la política de bienestar social que ha sido útil para el país durante medio siglo. Olof Palme queda como uno de los pocos líderes occidentales que puede proclamar su absoluto compromiso en la búsqueda del pleno empleo y del desarrollo del estado de bienestar sin perder credibilidad con los electores.

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Palme puede haber ganado la confianza del electorado, pero es dudoso si su anticuada concepción de la administración económica pueda rejuvenecer la Suecia en los años ochenta. Un problema para Suecia es la gestión de los socialdemócratas, dentro de los límites de su filosofía, que puede resultar artificialmente atractiva. ¿Cuántos países, después de todo, pueden arreglárselas con la presión de un sector público que absorbe casi un 65% del producto nacional bruto? (...) El Gobierno sueco ha hecho mucho para limitar el impacto en los incentivos de la eficiencia económica de sus anormales y elevados impuestos.(...)

Los suecos se han adaptado notablemente a la macroeconomía. Incapaces de promover la demanda interna mediante una baja de la presión fiscal, debido al enorme déficit público, Palme se las ha ingeniado para combinar una baja tasa de paro con un aumento de los beneficios de las empresas y un respetable crecimiento del producto nacional bruto. (...)

17 de septiembre

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