Cartas al director

El trabajo y la prostitución

Esta carta sólo tiene como finalidad contestar a la extrañeza manifestada por su colaboradora Rosa Montero en su artículo titulado Inmoralidad de que la prostitución sea una actividad tan despreciada.Comparar la prostitución, o, como ella dice de una forma pudorosa, "la transacción comercial de un pedazo de anatomía en la entrepierna", con el trabajo, derecho fundamental recogido en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, me parece sencillamente abominable.

Se olvida Rosa Montero de que el trabajo es el esfuerzo aplicado a la producción de riqueza y de que la prostit...

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Esta carta sólo tiene como finalidad contestar a la extrañeza manifestada por su colaboradora Rosa Montero en su artículo titulado Inmoralidad de que la prostitución sea una actividad tan despreciada.Comparar la prostitución, o, como ella dice de una forma pudorosa, "la transacción comercial de un pedazo de anatomía en la entrepierna", con el trabajo, derecho fundamental recogido en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, me parece sencillamente abominable.

Se olvida Rosa Montero de que el trabajo es el esfuerzo aplicado a la producción de riqueza y de que la prostitución, lacra social, deja de lado la dignidad y el valor de las personas, su derecho al libre desarrollo de su personalidad y a su integridad. También se olvida de que la prostitución carnal tiene que ver con la opresión, con los tratos crueles, inhumanos y degradantes, producto de la ausencia de la posibilidad de desarrollar un trabajo.

Lo único que veo acertado en su artículo es la denuncia de otro tipo de prostitución, digamos prostitución laboral, que a mi modo de ver tiene más que ver con los arribistas, trepadores de turno, pelotas, etcétera, que con el "trabajo odioso por simplemente el sueldo".-

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Madrid.

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