Reportaje:

Ana, sociable y cariñosa

La ficha escolar de Ana Rodríguez Fisteus dice que nació en Bilbao, donde entonces trabajaban sus padres, el 26 de julio de 1975, y que era una estudiante de inteligencia media, con notas entre bien, y notable, cierta dificultad para las matemáticas y muy diestra en los trabajos manuales. Tenía gran habilidad para la costura, el dibujo y los trabajos con pinzas, palillos y espejos. Sus calificaciones eran algo más altas en lengua castellana que en lengua gallega, y, en definitiva, había terminado cuarto curso sin problemas.Beba, la directora del colegio nacional al que iba, que está situado a ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La ficha escolar de Ana Rodríguez Fisteus dice que nació en Bilbao, donde entonces trabajaban sus padres, el 26 de julio de 1975, y que era una estudiante de inteligencia media, con notas entre bien, y notable, cierta dificultad para las matemáticas y muy diestra en los trabajos manuales. Tenía gran habilidad para la costura, el dibujo y los trabajos con pinzas, palillos y espejos. Sus calificaciones eran algo más altas en lengua castellana que en lengua gallega, y, en definitiva, había terminado cuarto curso sin problemas.Beba, la directora del colegio nacional al que iba, que está situado a pocos metros de la casa de la niña, la recuerda muy cariñosa y comunicativa, tremendamente sociable con grandes y chicos. Se quedaba en el colegio casi hasta las siete de la tarde, hora en que se iban los conserjes, jugando con otros niños al pañuelo, a la cuerda, al brilé, entreteniendo con sus amigos su condición de hija única. Era, dice la maestra, de lo más pacífico. Sus lapiceros y bolígrafos eran de los demás. Quizá, añade Beba, disfrutara más en el colegio por la falta de hermanos para jugar en casa. Jamás dio la impresión de tener problemas con sus padres. Puede que jamás los tuviera. Y era una cría sensible. "Siempre estaba hablando de su padre", cuenta Beba, "diciendo que no quería bajar las notas para no darle un disgusto. Sobre todo cuando yo le decía: 'Ana María, eres una niña con inteligencia buena, y no puedes bajar las notas'. Y su madre: 'Ana, papá y yo estamos trabajando para que el día de mañana puedas ser una mujer".

Más información

En Melide, pueblo de alrededor de 4.000 habitantes situado en una zona deprimida, justo en el centro de Galicia y en el camino de Santiago, la gente sigue yendo a los aserraderos, a las ferias, a los talleres (industria no hay, porque carecen de ferrocarril y el mar está a larga distancia). Siempre fue, dicen, un pueblo pacífico. El hecho de que Ana nunca llegue a ser una mujer constituye solamente un desgraciado episodio.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En