Las conexiones de los secretos de Fátima con el padre Pío y Alí Agca

El cuarto misterio de Fátima

Las sorprendentes declaraciones del turco Alí Agca durante el primer día de su deposición ante la corte romana, en el juicio que se le sigue por el atentado contra la vida de Juan Pablo II, han renovado el interés por los secretos supuestamente desvelados por la Virgen de Fátima. Casualmente, el interés por estos secretos se renueva en períodos en los. que la Iglesia católica atraviesa por momentos de incertidumbre. De la misma manera, quienes reivindican su verosimilitud suelen coincidir con la defensa de los postulados más esotéricos, como fue el padre Pío, que influyó sobre Juan Pablo II en...

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Las sorprendentes declaraciones del turco Alí Agca durante el primer día de su deposición ante la corte romana, en el juicio que se le sigue por el atentado contra la vida de Juan Pablo II, han renovado el interés por los secretos supuestamente desvelados por la Virgen de Fátima. Casualmente, el interés por estos secretos se renueva en períodos en los. que la Iglesia católica atraviesa por momentos de incertidumbre. De la misma manera, quienes reivindican su verosimilitud suelen coincidir con la defensa de los postulados más esotéricos, como fue el padre Pío, que influyó sobre Juan Pablo II en su fervor por los milagros de Fátima.

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Uno de los temas más debatidos en Roma es si los papas han creí do seriamente en el tercer mensa je de Fátima y si el texto revelado por los amigos del padre Pío de Pietralcina -el famoso capuchino de los estigmas, cuyo proceso de beatificación se ha abierto bajo este pontificado tras años enteros de persecución por parte del ex Santo Oficio, que lo consideró siempre un impostor- es auténtico o no. Sí lo es para muchos, puesto que el Vaticano ni siquiera en días pasados, cuando fue publicado con gran relieve por el diario La Repubblica, lo ha desmentido.

En cuanto a los papas, puede afirmarse que todos, desde Pío XII hasta el papa Wojtyla, han creído en Fátima; algunos con mayor convicción que otros, pero ninguno se opuso a la autenticidad de aquellos mensajes, aunque, lógicamente, todos afirmaron, como corresponde al dogma católico, que ningún cristiano tiene la obligación de conciencia de creer en ningún tipo de aparición que haya tenido lugar después de que quedó clausurada la revelación anunciada por Jesucristo.

Pío XII, el príncipe Pacelli, creyó tanto en dichas apariciones que fue apellidado el Papa de Fátima. El Papa místico consideró ya como un signo del cielo el hecho de ser consagrado obispo en la capilla Sixtina por Benedicto XV el mismo día y en la misma hora en que la Virgen se apareció por primera vez a los tres pastorcillos. Era un momento duro para la Iglesia. Benedicto XV decía: "Los hombres ya no nos escuchan. No hablaremos ya a los hombres; hablaremos a Dios. Él nos escuchará"

Salpicado de sangre

Una de las videntes, Jacinta, había visto al Papa "de rodillas, rezando, mientras desde fuera le tiraban piedras y le insultaban". También habían visto la blanca sotana del Papa con manchas de sangre. Se pensó en Pío XII cuando, durante los bombardeos de Roma, salió a la basílica de San Lorenzo para asistir a los heridos y se salpicó de sangre.

Pío XII fue el primer Papa que escuchó la voz de las videntes, y consagró por tres veces el mundo a la Virgen, nombrando explícitamente a la URSS en las dos últimas. Como premio, se afirma, la Virgen quiso que tuviera la suerte de presenciar él también, en los jardines vaticanos, el famoso milagro del Sol que habían podido contemplar en Fátima más de un millón de personas.

Más aún: Pío XII, llamado el pastor angélico, vio el milagro por tres veces. Lo contó él mismo en una carta autógrafa al cardenal Tedeschini, legado suyo para clausurar en Fátima el Año Santo el 13 de octubre de 1951. Según dice en su carta, Pío XII vio el prodigio del Sol el 30 de octubre de 1950, al día siguiente y el 8 de noviembre de aquel mismo año. Y cuenta que el Sol, de color amarillento, rodeado por una corona luminosa, se movía "de derecha a izquierda", y "dentro mismo del Sol se advertían movimientos fortísimos sin interrupción".

Añade el Papa que otros días hizo varias pruebas a la misma hora, pero en vano. "No resistía ni un instante la mirada del Sol sin quemarme los ojos". Y concluye su carta diciendo: "Es ésta, en pocas palabras, la pura verdad de los hechos".

Sin embargo, curiosamente, Pío XII fue, al parecer, el único de los papas que no había leído el .tercer secreto de Fátima, aunque sobre la historia de los papas y este tercer secreto existen varias versiones. Por ejemplo, el ex secretario de Juan XXIII, actual arzobispo de Loreto, ha desmentido la versión dada por el cardenal Alfredo Ottaviani, famoso ex prefecto del ex Santo Oficio con Pío XII, Juan XXIII y parte del pontificado de Pablo VI.

El sobre de los secretos

El cardenal Ottaviani, en una conferencia en Roma el 11 de febrero de 1967, había afirmado: "El papa Juan XXIII abrió el sobre del secreto y lo leyó. Aunque estaba en portugués, me dijo que lo había entendido todo. Después lo metió él mismo en otro sobre y lo puso en uno de esos archivos vaticanos que son como un pozo profundo, negro, que reciben en su fondo los documentos que nadie puede ver ya más. Es, pues, difícil saber dónde se encuentra hoy aquel mensaje secreto de Fátima".

Al cardenal Ottaviani respondió el arzobispo Capovilla, interrogado por Icilio Felici, autor del libro Fátima, publicado por Ediciones Paolinas, con estas palabras textuales: "El cardenal Ottaviani afirma que el sobre de LucíaEl cuarto misterio de Fátima

estaba dirigido al Papa. Pero el Papa de aquel tiempo no era Juan XXIII, sino Pío XII, el cual parece ser que envió el sobre, sin abrirlo, al Santo Oficio. De hecho, el sobre llegó al Santo Oficio antes de la elección de Juan XXIII". Capovilla, que fue testigo presencial por ser entonces el secretario particular de Juan XXIII, afirma que el papa Roncalli recibió el sobre en Castelgandolfo de manos del dominico P. Philippe, que entonces era comisario del ex Santo Oficio y hoy es cardenal.

Como el texto de Lucía estaba escrito en un portugués más bien dialectal, Juan XXIII pidió, para entenderlo, la ayuda de Paolo Tavares, que trabajaba entonces en la Secretaría de Estado y que fue después obispo de Macao. Acabada la lectura, el Papa dictó una nota a su secretario Capovilla para incluir en el sobre que contenía el secreto.

Lista de las maravillas

Según cuenta el mismo Capovilla, Juan XXIII "no quiso hacer comentarios y prefirió dejar a otros el juicio sobre el secreto". El sobre con el secreto se lo llevó el Papa de Castelgandolfo al Vaticano, y lo tuvo, dice Capovilla, "sobre la mesa de su escritorio hasta su muerte, el 3 de junio de 1963".

A partir de entonces no se ha sabido nada oficialmente de aquel sobre. Parece ser que Pablo VI sí lo leyó. Del papa Wojtyla también se sabe que lo hizo, ya que el cardenal Joseph Ratzinger, actual prefecto del ex Santo Oficio, acaba de decir que "el papa Juan Pablo II no es partidario de que se revele".

Sin embargo, también Juan XXIII, de quien se ha dicho que era el menos propenso a creer en las catástrofes anunciadas por Fátima por su proverbial espíritu optimista, fue gran partidario de aquellas apariciones. Ya cuando era patriarca de Venecia, en 1956, fue en peregrinación a Fátima y celebró allí un solemne pontifical.

Elegido Papa, bendijo la llamada peregrinación de las maravillas -es decir, el recorrido de la estatua de Fátima por toda Italia-, y en un documento suyo, Miris modis, el 13 de diciembre de 1962, proclamó a la Virgen de Fátima patrona principal de la diócesis de Iría, lugar de las apariciones.

Por lo que se refiere a Pablo VI, el mismo día de su elección al trono de san Pedro habló de Fátima y envió a aquel santuario el pectoral de Juan XXIII. Y al final de la tercera sesión del concilio hizo pública su decisión de enviar la rosa de oro al santuario de Fátima y renovó la consagración del mundo a la Virgen. Y, por fin, fue él mismo a Fátima en el 50º aniversario de la aparición.

¿Y el papa Wojtyla? Por una parte, es quien más cree en aquellos mensajes de Fátima, porque, tratándose, en definitiva, del problema de la URSS y del ateísmo, le tocan más de perca. Pero, al mismo tiempo, aún no ha querido hacer una consagración explícita de la URSS a la Virgen para no herir susceptibilidades en el Kremlin. Sin embargo, él se siente, más aún que Pío XII, el verdadero Papa de Fátima.

Para comprender mejor las relaciones del papa Wojtyla con Fátima hay que recordar sus experiencias personales con el capuchino de los estigmas, el italiano padre Pío de Pietralcina, que murió el 22 de septiembre de 1968, tras una increíble historia de prodigios de todo tipo, de peregrinaciones llegadas de todo el mundo y también de persecuciones, de escándalos y de dureza por parte de Roma.

De él ya se contaba que había nacido "envuelto en un velo blanco invisible". Y en sus años de mayor popularidad se decía que hablaba con los muertos, que anunciaba el futuro, que tenía el don de la levitación y de la ubicuidad. Sus cinco llagas -manos, pies y costado-, objeto de polémicas y análisis durante años, desaparecieron como por encanto en el momento en que expiró.

Alrededor del padre Pío de Pietralcina se movieron intereses colosales porque le llegaba una riada de dinero de todo el mundo. Con aquel dinero se construyó un famoso hospital para ayuda de los enfermos.

Pero mientras el religioso fue encerrado a cal y canto en su celda, hasta el punto de que hubo protestas ante las Naciones Unidas por violación de los derechos humanos, en tomo a su obra de asistencia a los enfermos estallaron graves escándalos económicos, que llevaron a la ruina a los capuchinos.

El helicóptero salvador

Por su parte, el Vaticano siguió combatiéndole hasta el último momento: le condenó el Santo Oficio, sus enemigos monástiéos le pusieron micrófonos en el confesonario, fue acusado de escándalos sexuales. Al final de su vida, el Vaticano le pidió que cambiara su testamento y que dejara todos sus bienes a la Santa Sede.

El padre Pío de Pietralcina, que curaba a todos, según las crónicas, un día enfermó gravemente. Todos pensaban que moriría, pero le salvó la Virgen de Fátima. La estatua de Fátima, que estaba recorriendo Italia, había volado en helicóptero sobre su convento. En cierto momento, quienes la transportaban tuvieron como un presentimiento, cuentan los biógrafos, y retrocedieron con el helicóptero para volver a volar sobre él. En aquel momento, según los médicos, quedó curado.

Por eso, los amigos del padre Pío de Pietralcina tuvieron siempre una devoción enorme a Fátima. Por eso fueron ellos, en 1975, los primeros que revelaron el texto del tercer secreto de Fátima. Ellos juran que es el verdadero. Sus enemigos lo niegan. El Vaticano nunca lo ha desmentido. Entre los principales protectores del fraile milagroso ha estado siempre, curiosamente, Karol Wojtyla.

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