Cartas al director

Tópicos sobre Perú

El artículo publicado en su periódico del domingo pasado por Fernando Díaz Plaja, en su sección Las nostalgias de Ulises, está plagado de lugares comunes, cuestiones de perogrullo, algunas simplezas y bastantes inexactitudes. Como si nunca hubiera estado en Perú, cual si hubiera consultado un folleto turístico, igual que si hablara de oídas. A Machupicchu se va en tren desde Cuzco, se baja uno en Aguas Calientes y un autobús lo sube hasta la ciudad perdida de los incas. Por tanto, el tren no zigzaguea como las cabras ni va hacia atrás para tomar una curva ni asciende lentamente hasta la...

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El artículo publicado en su periódico del domingo pasado por Fernando Díaz Plaja, en su sección Las nostalgias de Ulises, está plagado de lugares comunes, cuestiones de perogrullo, algunas simplezas y bastantes inexactitudes. Como si nunca hubiera estado en Perú, cual si hubiera consultado un folleto turístico, igual que si hablara de oídas. A Machupicchu se va en tren desde Cuzco, se baja uno en Aguas Calientes y un autobús lo sube hasta la ciudad perdida de los incas. Por tanto, el tren no zigzaguea como las cabras ni va hacia atrás para tomar una curva ni asciende lentamente hasta la cima. Esto ocurre yendo de Lima a Huancayo. Vargas Llosa no describe bien a los indios, simplemenPasa a la página 14

Viene de la página 13

te porque los ignora. Si se quiere conocer a los indígenas, arrogantes y honrados, léase a José María Arguedas, para muchos el mejor novelista peruano. Los mercaderes indios venden para sobrevivir, y regatean, y hablan, y gesticulan, e insisten.

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La mugre física y moral del proletariado urbano no la buscan los indígenas. En el campo se mueren de hambre, de violencia, de represión, y van a Lima huyendo. Allí se encuentran con que el agua les cuesta el doble o el triple que en los barrios residenciales; con que no tienen luz, ni servicios, ni trabajo, ni casa; con que la violencia continúa, igual que la represión. Son pobres. Pero se unen y forman cocinas populares, construyen ellos solos sus centros médicos, sus escuelas, sus centros de comunicación. Ya no son el índígena desarraigado ni el paria de arrabal: es el movimiento popular, con unas ideas muy claras, autogestionarias, que esperan la ayuda de los occidentales bienpensantes. Una medicina de sobra, un aparato que se ha quedado viejo, una mirada solidaria, una palabra de aliento, una condena a los intereses imperialistas y multinacionales. Porque conforman la tercera vía y todos nos salvaremos un poco en la medida en que se salve Latinoamérica.

Por último, no se vaya a creer la falacia de que sus males de extremismos e insolidaridades son culpa de los musulmanes. Rásquese un poco y se verán unos intereses económicos que no son peruanos, una política del FMI que ahoga, petróleo, antes caucho, antes minas, siempre abusos. Así es el agridulce Perú. No vaya a ser que nuestros escritores más viajados estén ciegos o no quieran ver; o no sea cierto que viajan, o que van a otros lugares, a otros mundos, y se pgríniten sentar cátedra.-

Madrid.

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