SAN ISIDRO

La lluvia no pudo evitar que los madrileños asistieran a las verbenas nocturnas una vez acabadas las romerías del santo

Miles de personas desafiaron ayer a la fuerte lluvia que caía y se trasladaron, protegidos por paraguas, plásticos, mantas o a cuerpo gentil, a las verbenas del paseo de Camoens y de las Vistillas para presenciar la actuación de los grupos Oskorri, Milladoiro y Labanda en la primera, y Brath, Un poquito de Todo y Piccolla Banda en la segunda. Los que pensaban que con la masiva asistencia a las romerías organizadas en la Casa de Campo y la pradera de san Isidro había terminado el día, se equivocaron. Allí, bajo la fuerte lluvia, miles de jóvenes saltaron y bailaron al ritmo de unos grupos que r...

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Miles de personas desafiaron ayer a la fuerte lluvia que caía y se trasladaron, protegidos por paraguas, plásticos, mantas o a cuerpo gentil, a las verbenas del paseo de Camoens y de las Vistillas para presenciar la actuación de los grupos Oskorri, Milladoiro y Labanda en la primera, y Brath, Un poquito de Todo y Piccolla Banda en la segunda. Los que pensaban que con la masiva asistencia a las romerías organizadas en la Casa de Campo y la pradera de san Isidro había terminado el día, se equivocaron. Allí, bajo la fuerte lluvia, miles de jóvenes saltaron y bailaron al ritmo de unos grupos que redujeron sus actuaciones para evitar que el agua enviada por el santo fuera acompañada de alguna gripe.

Los 12 litros por metro cuadrado que cayeron en algunas zonas entre los 20 y las 24 horas de ayer hicieron temer una suspensión de las verbenas que hubiera mermado el éxito de participación popular habido a lo largo del día. Sin embargo, cuando llegaron los grupos a sus respectivos escenarios, allí estaban los jóvenes. Una hora antes de que actuara el grupo vasco Oskorri ya había seguidores del folk esperando. Y allí siguieron a pesar de que la lluvia arreciara mientras Milladoiro actuaba en un clima muy similar al gallego.En las Vistillas la animación era similar e incluso duró algo más que en Camoens aunque poco porque, a diferencia del pasado martes, no era cuestión de seguir la fiesta hasta las tres de la madrugada. Así que cuando terminaron las actuaciones ese público -"habría que escribir algo del público de Madrid" afirmaba un crítico- abandonó los recintos de las verbenas mientras se preguntaban unos a otros quién actua esta noche.

De esta forma terminaba un día en el que la asistencia masiva fue la nota dominante. Varios miles de personas, muchas de ellas vestidas con trajes de chulapo, acudieron a la ermita del Santo y a la Casa de Campo para celebrar la festividad de San Isidro. Más de 40 tenderetes de partidos y organizaciones políticas y asociaciones de vecinos se instalaron en el Robledal, pinar de las Siete Hermanas y glorieta de los Toreros. Las orquestas Brass, Orquídea y Pedro Picasso, además de las charangas La Carracuca y La Vallecana, amenizaron la fiesta.

Desayuno con artistas

El alcalde de Madrid, Enrique Tierno, que había desayunado con 15 artistas jóvenes que a continuación y durante una hora retrataron al edil, acudió a ambos lugares, departió con los vecinos y pidió a los madrileños "que mantengan un comportamiento cívico y que cuiden la ciudad".

Enrique Tierno acudió a las doce de la mañana a la Casa de Campo donde no quisó probar "por motivos de salud" los pinchos de chorizo ni las bebidas alcohólicas que le ofrecieron los vecinos; tan sólo probó una rosquilla tonta que, según explicó, es la que más le gusta.

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El alcalde se mostró encantado por la participación masiva en todos los actos festivos y aseguró que "las fiestas son un ejemplo de convivencia y de paz". A continuación no resistió la tentación de dar un consejo: "Somos una gran familia y por fin hemos tomado conciencia de lo que es la ciudad", dijo, "aunque debemos mantener una comportamiento cívico y procurar no ensuciarla ni con papeles ni con pintadas".

Posteriormente inauguró un rastrillo en la Puerta de Toledo, que recoge trabajos de pintores y alfareros del madrileño barrio de Carabanchel, y se dirigió a la ermita de San Isidro en coche de caballos.

Los menos campestres acudieron a la una de la tarde a la Plaza Mayor, donde se celebró el baile del vermú, amenizado por las suaves canciones camp de Alberto Pérez.

Otros madrileños, aunque en un bajo número, acudieron a presenciar el descenso de piraguas en el río Manzanares, que ayer fue navegable durante unas horas para medio centenar de embarcaciones.

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