Tribuna:

Los tirantes

Hay que quitarse el sombrero, o lamentar no llevarlo para poder quitárselo, ante cómo se lo han montado los socialistas en el asunto Reagan. Mientras Tierno Galván le daba con unas declaraciones en las narices y Alfonso Guerra decía que se iba a Hungría, Fernando Morán declaraba que sus objetivos históricos en Centroamérica son los mismos que los de Reagan, Narcís Serra reconvertía su brrumm birrumm brumm y ra ta ta ta tá de hazañas bélicas en una vocación de destino bélico en lo galaxial y Felipe González se ponía las mejores chispas artificiales en sus ojos de anfitrión. Mientras tant...

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Hay que quitarse el sombrero, o lamentar no llevarlo para poder quitárselo, ante cómo se lo han montado los socialistas en el asunto Reagan. Mientras Tierno Galván le daba con unas declaraciones en las narices y Alfonso Guerra decía que se iba a Hungría, Fernando Morán declaraba que sus objetivos históricos en Centroamérica son los mismos que los de Reagan, Narcís Serra reconvertía su brrumm birrumm brumm y ra ta ta ta tá de hazañas bélicas en una vocación de destino bélico en lo galaxial y Felipe González se ponía las mejores chispas artificiales en sus ojos de anfitrión. Mientras tanto , y como fondo, manifestaciones éticas populares y un nuevo frente intelectual para atlantistas lleno de alianzas impías, como el que reunió ante las cámaras de TV en Cataluña nada menos que a López Rodó, espiritualista dialéctico, y a Rubert de Ventós, materialista vulgar.Finuras y sofisticaciones que contrastan con la vehemencia reganiana de Arzallus, necesitado cada vez de mayor chapela para cubrir el crecimiento de sus tres cerebros. Como contrastan con esa rendición sin condiciones del buen salvaje ante el mejor aliado que ha practicado Fraga Iribarne, tras la experiencia maravillada de haber hablado media hora con su emperador. Se ignora si Fraga acudió a la entrevista provisto de un saquito de garbanzos, con el propósito de intercambiarlo por una hamburguesa con catsup flambeada con Coca-Cola o a la papillot en cabellera de indio. Pero muy buen trato debió recibir don Manuel para que saliera de la audiencia aún más decidido que antes a romperse la cara histórica contra esas minorías de bellacos que habían pregonado en la calle su rechazo del atlantismo y de una supuesta locomotora económica y tecnológica norteamericana, alimentada por una industria de guerra amoral. Pero es que además, don Manuel ha pasado por alto lo mucho que molesta a esta población la prepotencia de un aliado que cada vez que un gobierno español trata de marcar distancias, se saca de la bragueta el asunto Ceuta-Melilla. Una vez más, Fraga se ha precipitado al quitarse los tirantes ante el aliado y ante el público. Mala prensa tuvieron los afrancesados. A ver que se dice ahora de los americanizados.

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