Cartas al director

Desconcierto machista

Respecto al artículo de Lidia Falcón, algunos ya veníamos teniendo la sensación de ser más tontos de lo que acostumbrábamos a creer, o quizá de rezumar ingenuidad hasta por los faldones de las camisas. Ahora ya estamos seguros: no entendemos absolutamente nada.Miren si no: estése usted esforzando por desterrar la educación sexista que le impusieron; procure ver en sus semejantes (al menos de cintura para arriba) a personas iguales en derechos y no hombres y mujeres; trabaje por acabar con viejas opresiones económicas, sociales y sexuales, y, de pronto, que le digan: "La liberación de la mujer,...

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Respecto al artículo de Lidia Falcón, algunos ya veníamos teniendo la sensación de ser más tontos de lo que acostumbrábamos a creer, o quizá de rezumar ingenuidad hasta por los faldones de las camisas. Ahora ya estamos seguros: no entendemos absolutamente nada.Miren si no: estése usted esforzando por desterrar la educación sexista que le impusieron; procure ver en sus semejantes (al menos de cintura para arriba) a personas iguales en derechos y no hombres y mujeres; trabaje por acabar con viejas opresiones económicas, sociales y sexuales, y, de pronto, que le digan: "La liberación de la mujer, cuando llegue, llegará después de una especie de dictadura del hembraje que le haga a usted pagar los pecados que heredó con su sexo. Y mientras tanto vaya pensando en rascarse el bolsillo para pagar del presupuesto un sueldo a las mujeres que hoy ejercen de amas de casa, las cuales velan por el aseo y la gratificación sexual de la fuerza del trabajo".

¿Que usted no ha querido buscarse una hembra de profesión su sexo que le planche las camisas, le guise el cocido, le limpie la casa, le críe hijos para el cielo y se enamore de los estropajos? ¿Que usted paga religiosamente a quien le proporciona esos servicios? ¿Que pensaba en una liberación de la mujer venida por el camino de la igualdad educativa y del acceso a la autonomía económica? Pues estaba usted en la higuera.

¡Usted cásese, hombre, y entre todos pagaremos a su mujer! Lidia Falcón lleva razón. La mujer enamorada de sus estropajos es un bien público que debemos pagar entre todos. ¿Podemos preguntar si la disfrutaremos también entre

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todos?- Pedro Torres y Justo Aguado.

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