Mubarak considera positiva la celebración de una 'cumbre' con Israel, según Weizman

El ministro israelí sin cartera, Ezer Weizman, que se entrevistó ayer durante dos horas en El Cairo con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, para tratar de mejorar las frías relaciones entre ambos países, declaró que Mubarak consideraba "muy, muy positiva" la idea de celebrar una cumbre con el primer ministro israelí, Simón Peres. Por más que Weizman fuera recibido con todos los honores por el presidente Mubarak, al día siguiente de su llegada a El Cairo, los dirigentes egipcios saben, sin duda, que su interlocutor israelí preferido no tiene ningún poder para negociar.

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El ministro israelí sin cartera, Ezer Weizman, que se entrevistó ayer durante dos horas en El Cairo con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, para tratar de mejorar las frías relaciones entre ambos países, declaró que Mubarak consideraba "muy, muy positiva" la idea de celebrar una cumbre con el primer ministro israelí, Simón Peres. Por más que Weizman fuera recibido con todos los honores por el presidente Mubarak, al día siguiente de su llegada a El Cairo, los dirigentes egipcios saben, sin duda, que su interlocutor israelí preferido no tiene ningún poder para negociar.

Weizman puede, ciertamente, intercambiar puntos de vista sobre las diferencias que separan a los dos países o trabajar para que se celebre una cumbre egipcio-israelí, pero su mandato no va más allá. Primero, porque la invitación dirigida a Weizman por el primer ministro egipcio, Kamal Hassan Ali, lo fue a título personal. Además, en El Cairo se conoce la complejidad de la coalición gubernamental israelí y se sabe que al jefe de la diplomacia israelí, Isaac Shamir, no le gusta que se metan en su terreno. Y mucho menos que quien lo haga sea Weizman, cordialmente detestado por los dirigentes del Likud.Cuando las agencias de prensa anunciaron el primer voto, negativo, del Gabinete israelí, desaprobando el viaje de Weizman, los egipcios no podían creérselo. La segunda votación evitó un incidente diplomático entre los dos países: los ministros, consultados por teléfono, aprobaron finalmente por 13 votos contra 12 el viaje.

Peres podía autorizar perfectamente, en tanto que primer ministro, el viaje de Weizman sin consultar al Consejo de Ministros. Algunos observadores consideran que la consulta fue un gesto de consideración o de delicadeza -de debilidad, según otros- ante Shamir, jefe del Likud, viceprimer ministro y ministro de Exteriores.

Para otros observadores, se trata de un gesto calculado: mostrar una vez más cómo los ministros del Likud, que tan alegremente llevaron al país a la aventura sangrante de Líbano, se oponen a cualquier iniciativa encaminada a extender la paz. En definitiva, Peres deseaba con la consulta a sus ministros subrayar la actitud contraria a la paz del Likud, con vistas a las próximas elecciones anticipadas que, dada la creciente separación entre el Likud y el Partido Laborista, parecen cada vez más inevitables.

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