Cartas al director

En defensa del Defensor del Pueblo

El editorial El defensor del poder me ha llenado de asombro e indignación, pues EL PAIS ha tomado la misma postura estúpida que tomó en su día Alianza Popular cuando el Tribunal Constitucional falló en el caso Rumasa; como no le habían dado la razón, el Grupo Popular trató de desprestigiar a dicho organismo. Esto no es ni serio, ni ético, es vergonzante.

A mí me merecen todos los respetos todos aquellos organismos que han sido escogidos por los ciudadanos, directamente o indirectamente. Me asombra que un diario que parece objetivo y progresista diga que el De...

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El editorial El defensor del poder me ha llenado de asombro e indignación, pues EL PAIS ha tomado la misma postura estúpida que tomó en su día Alianza Popular cuando el Tribunal Constitucional falló en el caso Rumasa; como no le habían dado la razón, el Grupo Popular trató de desprestigiar a dicho organismo. Esto no es ni serio, ni ético, es vergonzante.

A mí me merecen todos los respetos todos aquellos organismos que han sido escogidos por los ciudadanos, directamente o indirectamente. Me asombra que un diario que parece objetivo y progresista diga que el Defensor del Pueblo está al servicio del poder; lo que creo es que al Defensor del Pueblo lo están utilizando precisamente aquellos sindicatos, asociaciones y partidos políticos que en su día, con un Gobierno de UCD, hicieron que no fuera elegido el señor Ruiz-Giménez, como son pilotos, médicos, funcionarios de la Administración, sindicatos policiales y el Grupo Popular; si estuviera al lado del poder como dicen ustedes no presentaría recurso de inconstitucionalidad contra el 3%.

Me duele tanto como le pueda doler a usted que en las comisarías se practiquen los malos tratos, más que a muchos, porque mi familia durante la dictadura ha sufrido muchas humillaciones. Pero no me va a hacer creer que las órdenes de malos tratos son órdenes del ministro del Interior (persona ésta tan desprestigiada por EL PAIS). Los malos tratos los hacen esos policías que se esconden tras algún sindicato, que no creen en la democracia y que tanto se les llena la boca hablando de libertad y que lo único que defienden son sus li-

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