Tribuna:

De los 'fines' y de los 'medios' en el Gobierno PSOE

De sobra es conocido que la política es la práctica de lo posible y no la búsqueda de una absoluta pureza moral. También se ha dicho que el político y el santo son figuras humanas que se excluyen. Por parte de Weber ya se dijo que hay una ética de actitud y otra de compromiso, con la característica, por parte de esta última, de que exige "mancharse las manos". Y, sin embargo, también es cierto que la política no puede desprenderse de lo ético -o al menos del estilo, la forma de gobernar- como parte sustancial de su tarea. Si importantes son los fines, los objetivos,...

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De sobra es conocido que la política es la práctica de lo posible y no la búsqueda de una absoluta pureza moral. También se ha dicho que el político y el santo son figuras humanas que se excluyen. Por parte de Weber ya se dijo que hay una ética de actitud y otra de compromiso, con la característica, por parte de esta última, de que exige "mancharse las manos". Y, sin embargo, también es cierto que la política no puede desprenderse de lo ético -o al menos del estilo, la forma de gobernar- como parte sustancial de su tarea. Si importantes son los fines, los objetivos, no menos importantes son los medios o las maneras con que aquéllos pretenden conseguirse. Valga esta reflexión como de entrada para enjuiciar la actual política gubernamental.Por supuesto que nadie niega que las dificultades son muchas, y que la situación heredada es muy compleja. Pero cabe la duda -que nos aflora a muchos- de que quizá la política gubernamental del PSOE sea excesivamente conformista, por no decir entreguista, a ese "orden occidental capitalista" controlado por EE UU. Parece como si su único objetivo fuese el de conseguir a toda costa una integración subalterna en dicho sistema, ofreciéndonos "atados de pies y manos". Nunca como ahora se está notando la presión de EE UU y Alemania Occidental sobre la vida política española. Por supuesto, con Suárez fuimos más autónomos o independientes. La pregunta surge de inmediato: ¿acaso no existe otra posibilidad de resolver los problemas políticos, sociales y económicos que nos acucian fuera de esta integración supranacional CEE-OTAN? ¿No existen otras for mas posibles de relación con el núcleo central del sistema capitalista? Habría que, al menos, plantearse el tema. Posiblemente existe una política distinta para el desarrollo económico y tecnológico, para la creación de puestos de trabajo, para la redistribución de la renta, etcétera, que la que está siguiendo el ministro Boyer. Sería una política de neutralismo activo, de autodependencia real. Pero eso sí, sería una política más arriesgada, en la que habría que jugarse incluso el puesto en el poder. Y en esto sí que el PSOE no está dispuesto a transigir. Lo importante es afianzarse en él -el poder- aun cuando sea renunciando a cuanto signifique originalidad, innovación o creatividad y, por supuesto, riesgo de perderlo.

De cualquier modo, dejemos constancia de que el PSOE nunca se planteó la posibilidad de "cambiar" de sistema, sino que, más modestamente, siempre habló de sólo "cambiar" dentro del sistema. Es decir, jamás se había propuesto sustituir por otro el modelo, el paradigma, el marco de referencia, que debería seguir siendo el orden capitalista. Incluso se expresó concretamente que el proyecto político inmediato era que todo funcionase mejor, sobre todo la Administración encargada de gestionarlo. Por tanto, se trataba de "cambiar" la forma, el modo, más que la propia estructura. Y en ello se hizo mucho hincapié. Aquí no hubo engaño. Por lo que es en ello, precisamente, donde más se es-

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tán notando las insuficiencias: en las maneras de actuar. Yo diría, incluso, que tanto o más que en la mayor o menor eficacia de la gestión.

Y es que cuando la política se convierte en el arte de conservar el poder por el poder -mantenerse en él- y se olvidan no sólo los objetivos -para conseguir qué-, sino que no se repara en medios para afianzar un dominio, entonces la actuación política se convierte en manipulación de la realidad para ajustarla a unos intereses que se quieren proteger. Ya no se trata tanto de transformar la realidad económico-social en que se actúa -mejorándola en lo posible- como de manipularla de tal modo que siga siendo favorable a unos intereses partidistas. No olvidemos que cerrarse a la realidad y tratar de manipularla tiene muy penosos antecedentes franquistas.

Más allá de esta "acusación" global respecto a unos fines, hay algunas posibles aportaciones a la vida política española que nadie le ha impedido al PSOE realizar y no ha realizado. Me refiero, en primer lugar, a los medios, o, lo que es lo mismo, al estilo de gobernar. Muchas veces, más que el resultado de un esfuerzo, lo que se valora es el estilo con que ese esfuerzo se realiza. El presente mismo, por muy difícil y problemático que sea, sólo será válido en la medida en que se consiga afrontar con un estilo digno, con grandeza de miras, humildad y un infinito respeto a los demás. Y, en este sentido, hoy nos encontramos con unas tremendas ostentaciones de "nuevos ricos", poca o ninguna aceptación y respuesta democrática para la crítica, escasa elegancia para aceptar ésta, a la que se reacciona incluso con amenazas. Los niveles de ,amiguismo, nepotismo y adhesión al partido recuerdan la imprescindible también adhesión a "los principios fundamentales del Movimiento". Se prodiga la actitud panglosiana de que "todo va de la mejor manera posible en el mejor de los mundos que nos esperan". Se niega lo evidente, se incumplen las promesas y se rectifican las propuestas. Por otra parte, hay una táctica universal como la historia que es la de "divide y vencerás" o "destroza y ocuparás"; y en este campo se han realizado obras irnaestras en la técnica del "acoso y derribo". Simultáneamente, llama la atención que, a pesar'de que pocos partidos hayan sufrido una tan descomunal discrepancia entre postulados ideológicos y práctica política como la experimentada por el PSOE, su unidad interna se mantenga incólume. La casi unanimidad de sus últimos congresos -las diferencias se limitan a simples forcejeos entre jerarcas- sólo puede explicarse por su condición de "cargos públicos" en la inmensa mayoría de los delegados. De aquí que se sientan unidos no por ideología o proyecto político, sino por la común aspiración a no arriesgar el correspondiente sillón que en el reparto del poder le ha correspondido ocupar. Y de aquí también que el partido del Gobierno se haya ido convirtiendo, cada día más, en la claque del poder. Algo similar a lo que, según cuenta S. Pániker, le dijo Franco a Antonio Garrigues respecto al papel que desempeñaba el "Movimiento nacional".

Y, sin embargo, lo que sí se podía haber intentado -más allá de los problemas difíciles y hasta insolubles que indudablemente existen- es dinamizar y movilizar más y mejor a la sociedad. Se podían haber abierto nuevos cauces para la participación y el diálogo; o, lo que es lo mismo, mayor receptividad tanto para las iniciativas como para las críticas. Por el contrario, la burocratización y profesionaliz ación del "político representativo" nos está llevando a un intenso proceso de desmovilización de la sociedad. Cada día se siente ésta más ajena a la política, más desvinculada de la res pública y, sobre todo, más escéptica respecto a las distintas opciones ideológicas, que, a la hora de la verdad, apenas se diferencian. Se confiaba que con un partido de izquierdas la democracia fuese más participativa, más compartida, más ligada a los intereses de los electores. O al menos nos ahorrásemos burocracia, dinero, viajes y tiempo. Nada de esto ha ocurrido. Hoy, el contacto con el pueblo se realiza a nivel de encuestas, de las que sólo interesan las intenciones de voto y la búsqueda de un espacio electoral que robarle al adversario. Por supuesto que esto es común al resto de los partidos.

Como conclusión, la más grave crítica que, en cuanto a medios, puede hacerse a la política del Gobierno PSOE es que se desarrolle bajo el imperio de la manipulación y el dirigismo, con objeto de cubrir la realidad, sobre todo en el incumplimiento de unas, promesas. El tema OTAN es revelador en este sentido. La nueva calificación de lo que debe considerarse un parado es otro ejemplo. La degradación de la política que ello supone es indudable. No se actúa a base de hechos, obras, razones o argumentos, sino con manipulaciones de la imagen que sepan utilizar hábilmente algunos gestos, frases, actitudes, descalificaciones o amenazas. Y esto es grave. Cuando el fin exclusivo de una, política es mantenerse en el poder por el poder, se entra en el camino irreversible de su hundimiento como tal.

Frente a todo esto, hay en la política una verdad insoslayable: no es posible desprenderse totalmente de cuanto son creencias -una fe en la utopía, cuasi religiosa- porque es lo que mueve y da fuerza para esforzarse con entusiasmo, y, sobre todo, con desprendimiento. Lo que no quiere decir, que dicha fe altruista no haya de ser usada muy racionalmente -valga la paradoja- para que no constituya el único ingrediente de toda praxis política, y, en consecuencia, ésta se fanatice dogmatizándola. El más grave riesgo de la política del Gobierno PSOE, por el contrario, es que carece totalmente de fe utópica, y se nutre exclusivamente de manipulación pragmática, oportunista y muy partidistamente interesada.

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