El Vaticano recrudece su postura de condena de la masonería

Un importante artículo de L'Osservatore Romano, el diario oficioso de la Santa Sede, firmado con tres asteriscos, lo que en la nomenclatura vaticana significa que ha sido inspirado y aprobado personalmente por el Papa, afirma que "La masonería profesa ideas filosóficas y concepciones morales opuestas a la doctrina católica" y, por tanto, la afiliación a las asociaciones masónicas "sigue prohibida por la Iglesia", hasta el punto que los fieles que lo hagan "están en estado de pecado grave y no pueden acceder a la santa comunión". El artículo recuerda también las bases para un diálogo con todos ...

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Un importante artículo de L'Osservatore Romano, el diario oficioso de la Santa Sede, firmado con tres asteriscos, lo que en la nomenclatura vaticana significa que ha sido inspirado y aprobado personalmente por el Papa, afirma que "La masonería profesa ideas filosóficas y concepciones morales opuestas a la doctrina católica" y, por tanto, la afiliación a las asociaciones masónicas "sigue prohibida por la Iglesia", hasta el punto que los fieles que lo hagan "están en estado de pecado grave y no pueden acceder a la santa comunión". El artículo recuerda también las bases para un diálogo con todos los hombres establecidas en el Concilio Vaticano II, pero matiza que esto no significa que los católicos puedan hacerse masones.

El artículo, de 2.000 palabras, lleva como título Inconciliabilidad entre fe cristiana y masonería, y el autor lo justifica como una tentativa de ilustrar, a los 15 meses de su publicación, la declaración sobre las asociaciones emanada por el ex Santo Oficio el 16 de noviembre de 1983.Se afirma en él que la Iglesia, ya desde León XIII, había considerado siempre a la masonería como "un naturalismo racionalista inspirador de sus planes contra la Iglesia", para concluir que quien se afilia a la masonería, por el mismo hecho, se coloca fuera de la fe católica.

Lógicamente, el artículo no deja de recordar que tras el Concilio Vaticano II, que había puesto las bases para un diálogo con todos los hombres, "incluso con quienes se oponen a la Iglesia y la persiguen de varias maneras", porque "todos estamos llamados a ser hermanos", había sido la misma congregación para la doctrina de la fe, quien había empezado a tener contactos con representantes de algunas ligas masónicas "que se declaraban no hostiles, e incluso favorables a la Iglesia".

Diálogo de Juan XXIII

La verdad es que ya Juan XXIII había empezado a abrir las puertas del diálogo con el gran mundo de la masonería en su voluntad de dialogar con todos los hombres de buena voluntad. Aquella voluntad se reflejó más tarde en el Concilio que él convocó.Pablo VI le dio después un nuevo empuje, hasta el punto que aunque nunca hubo ningún documento oficial que abriera las puertas de las logias masónicas a los católicos, el clima que se había creado era tan distinto de los tiempos de León XIII y de Pío XII que propició que muchos católicos no tuvieron escrúpulos en afiliarse a algunas logias.

Se asegura que desde entonces incluso eclesiásticos e importantes cardenales de la curia romana se hicieron, si no masones, sí muy amigos y frecuentadores de importantes personajes de la masonería, no solo en Italia, sino también en muchos otros países del mundo.

Cambio de rumbo

Pero llegó el papa Wojtyla y cambió el rumbo. Ya en 1981, concretamente el 17 de febrero, tuvo lugar la primera declaración del ex Santo Oficio contra la masonería por voluntad de Juan Pablo II. Se trató de un cambio tan importante que cuando, tres meses más tarde, el 13 de mayo, el terrorista turco Ali Agca atentó contra la vida del papa Wejtyla, no faltaron los rumores que consideraban aquel atentado como una posible represalia de algunos sectores de la masonería contra el Papa, que empezaba a cerrar las puertas de un diálogo abierto por sus predecesores.¿A qué se debió, en realidad, la vuelta hacia atrás de Juan Pablo II respecto a la masonería?. Según el artículo publicado ahora por L'Osservatore Romano, a pesar del interés demostrado por algunas conferencias episcopales por abrir un diálogo con la masonería, que había llevado al ex Santo Oficio hasta a autorizar a algunos obispos a consultarse y establecer relación con algunos maestros de la masonería, un estudio más profundo del asunto llevó a la misma Congregación para la Doctrina de la Fe, o ex Santo Oficio, a la convicción "de la inconciliabilidad de fondo entre los principios de la masonería y los de la fe cristiana".

Sin embargo, hay quien afirma dentro de la misma Iglesia que en realidad la masonería no aleja a nadie de su religión, y hasta constituye un estímulo hacia una mayor adhesión a la propia religión. A éstos, el articulista del diario vaticano responde que una cosa es el "diálogo" con los masones, cosa que no podría prohibirse sin negar al Concilio Vaticano II, y otra muy distinta la "afiliación" a una logia masónica.

Sigue afirmando el artículo que la masonería es "un conjunto de símbolos arcanos muy importantes", con los cuales expresa sus relaciones con el creador como "arquitecto de la creación". Ahora bien, afirma, también el católico expresa su fe en Dios a través de "formas simbólicas" y, por tanto, "no puede expresar su relación con el Creador a través de formas simbólicas de dos especies".

Lo cual no significa, sin embargo, insiste el articulista, que un católico no pueda "colaborar" con cuantos se empeñan en el bien del prójimo y, por tanto, con los masones si también ellos se empeñan a favor de los demás.

Acaba diciendo el diario del Papa que la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe "no intenta desconocer los esfuerzos realizados por quienes, con la legítima autorización de dicha Congregación, han intentado abrir un diálogo con los representantes de la masonería. Pero añade que se había hecho indispensable rebatir la inconciliabilidad entre fe católica y adhesión a la masonería para evitar que los fieles pudieran pensar que del hecho que se haya abierto un diálogo oficial pudiera deducirse que era lícito para cualquier cristiano afiliarse y pertenecer a dicha organización secreta.

La logia P-2

Algunos observadores piensan que este artículo ha estado inspirado en este momento por dos motivos: porque algunos episcopados habían acogido con poco fervor la declaración del ex Santo Oficio de 1983, y porque dentro de unas semanas (a mitad de marzo próximo) el Parlamento italiano debatirá el resultado de la comisión parlamentaria que ha indagado durante dos años acerca de la logia secreta P-2, de Licio Gelli, a la que se afiliaron no pocos democristianos que se proclamaban católicos, y que justificaron su afiliación con la nueva apertura realizada por el Concilio en este campo.

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