Fiesta en Agullent

, El inicio de la canonización de un hijo de la localidad de Agullent fue para el pequeño pueblo una verdadera fiesta. No es frecuente que se exponga durante 24 horas un cadáver desenterrado casi 50 años después de su muerte. Los niños no ocultaban su curiosidad y se asomaban para contemplar el cuerpo del siervo de Dios.El cadáver presentaba, según se pudo observar durante su exposición pública, restos de piel en brazos, piernas y cuello. También conservaba perfectamente la dentadura. Después del tratamiento para la conservación, aplicado por el médico Enrique Vidal, los huesos y, e...

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, El inicio de la canonización de un hijo de la localidad de Agullent fue para el pequeño pueblo una verdadera fiesta. No es frecuente que se exponga durante 24 horas un cadáver desenterrado casi 50 años después de su muerte. Los niños no ocultaban su curiosidad y se asomaban para contemplar el cuerpo del siervo de Dios.El cadáver presentaba, según se pudo observar durante su exposición pública, restos de piel en brazos, piernas y cuello. También conservaba perfectamente la dentadura. Después del tratamiento para la conservación, aplicado por el médico Enrique Vidal, los huesos y, en general, todo el cuerpo, excepto los dientes, adquieren un color pardo oscuro.

Los restos de don Ricardo, como es costumbre en éstas ocasiones, estaban ataviados con un hábito morado y blanco, con bordados, y sobre su pecho estaba colocado un crucifijo. El nuevo ataúd, con otro interior, acolchado, de zinc y tapa de cristal, albergó al cadáver durante su velatorio en la casa parroquial. Con él fue de nuevo sepultado durante la solemne ceremonia, tras ser lacrado el sarcófago ante el tribunal eclesiástico y testigos, bajo el pavimento de la iglesia, nuevamente acondicionado para evitar el detersorio:

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El aspecto de la sala de la casa parroquial donde se desarrolló el singular velatorio no difería del que es escenario de velatorios los ordinarios. Sin embargo, algunos detalles la hacían profundamente distinta. Por ejemplo, en un ángulo de la estancia estaba escenificado el martirio de Ricardo Pla.

Sobre unos peldaños a escala reducida, que imitaban el lugar donde fue asesinado, junto al paseo del Tránsito, en Toledo, un Airgam-boy de plástico representaba al sacerdote, de espaldas a sus ejecutores. Éstos eran otros cinco muñecos , algunos con fusiles y uno con una espada en la mano, dando la orden de fuego.

El día amaneció despejado e hizo un sol radiante, aunque la elevada altura de Agullent propició algo de frío ambiental. Unas 300 personas abarrotaban la parroquia y aplaudieron en el momento en que se solicitó oficialmente la beatificación de Ricardo Pla.

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