Del túnel de Guadarrama a una empresa de autopistas

S. A. La empresa Iberpistas es la sucesora natural de otra que tuvo la concesión, por 75 años, de la explotación del túnel de Guadarrama, que se construyó sobre el primitivo trazado de la carretera nacional VI (Madrid-La Coruña). En la década de los sesenta, diversas personas dirigidas por Blasco Oller -vinculado entonces al Banco Central- crearon una empresa para la explotación del peaje del túnel, que les fue concedido por un período anormalmente largo de explotación.

Años después, siendo ministro de Obras Públicas Federico Silva Muñoz y al amparo del plan de crear una red nacional d...

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S. A. La empresa Iberpistas es la sucesora natural de otra que tuvo la concesión, por 75 años, de la explotación del túnel de Guadarrama, que se construyó sobre el primitivo trazado de la carretera nacional VI (Madrid-La Coruña). En la década de los sesenta, diversas personas dirigidas por Blasco Oller -vinculado entonces al Banco Central- crearon una empresa para la explotación del peaje del túnel, que les fue concedido por un período anormalmente largo de explotación.

Años después, siendo ministro de Obras Públicas Federico Silva Muñoz y al amparo del plan de crear una red nacional de autopistas, los accionistas de Túnel de Guadarrama, SA, deciden transformar su concesión en una autopista que discurra por la salida noroeste de Madrid. La empresa logra que la concesión de la autopista Villalba-Villacastín -posteriormente ampliada hasta Adanero- se dé en adjudicación directa.

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Expertos del sector recuerdan que la concesión de esta autopista estuvo rodeada de negocios inmobiliarios. Durante los primeros años la explotación de la autopista fue rentable. Los tipos de interés estaban bajos y las cajas de ahorro tenían que incluir dentro de sus coeficientes obligatorios las emisiones de obligaciones de las concesionarias de autopistas. Pero la reforma de Fuentes Quintana en las cajas expulsó de dichos coeficientes obligatorios este tipo de emisiones y tuvieron que buscarse los fondos necesarios en el mercado internacional. A principios,de los ochenta, Iberpistas, al no tener seguro de cambio -el Estado se compromete a pagar la diferencia entre la cotización de la moneda en que se tenga contraída la deuda en el momento del pago y el de la concesión del préstamo-, vio cómo se derrumbaba su cuenta de resultados.

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