Reportaje:El imposible aparcamiento

La ORA, infierno de los automovilistas

71.000 vehículos están pendientes de embargo por impago de 15 o más multas

La sesión plenaria que el Ayuntamiento de Madrid celebró el 30 de mayo de 1980, en la que se aprobó una ordenanza reguladora de la tasa por estacionamiento vigilado en, el centro de la ciudad, se prolongó cinco horas. El pleno registró, entre otras particularidades, el sorprendente abandono de la presidencia por el alcalde, Enrique Tierno, en el momento de mayor tensión en los debates. La izquierda había ganado las elecciones en el Ayuntamiento de Madrid, y gobernaban conjuntamente socialistas y comunistas con algunos de sus primeras espadas, como Ramón Tamames, Miguel Herrero y Rodríguez de M...

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La sesión plenaria que el Ayuntamiento de Madrid celebró el 30 de mayo de 1980, en la que se aprobó una ordenanza reguladora de la tasa por estacionamiento vigilado en, el centro de la ciudad, se prolongó cinco horas. El pleno registró, entre otras particularidades, el sorprendente abandono de la presidencia por el alcalde, Enrique Tierno, en el momento de mayor tensión en los debates. La izquierda había ganado las elecciones en el Ayuntamiento de Madrid, y gobernaban conjuntamente socialistas y comunistas con algunos de sus primeras espadas, como Ramón Tamames, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Joaquín Leguina, Eduardo Mangada, Alonso Puerta, José Barrionuevo y José Luis Martín Palacín.La discusión se hacía interminable. Tierno, sentado en la mesa presidencial, golpeó repetidas veces el micrófono con la pluma para acabar con los cuchicheos y el murmullo de los concejales. El alcalde había urgido para que el debate se acelerase en la medida de lo posible, puesto que a las 15.30 comenzaba la sesión plenaria del Congreso de los Diputados en la que se votaba la moción de censura propuesta por el PSOE contra Adolfo Suárez, a la que había expresado su intención de acudir, al igual que otros concejales-diputados.

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El alcalde tenía un invitado

El portavoz de la oposición, el ucedista José María Álvarez del Manzano, solicitó que se aplazase la cuestión. "En cualquier caso", argumentó, "la medida no entrará en vigor antes del próximo año". Tierno pareció considerar razonable la propuesta de la oposición, aunque los grupos del PSOE y del PCE manifestaron que debía someterse a votación la propuesta.

En ese momento (las 16.40), el alcalde alegó que tenía un invitado y que debía atenderle sin más dilación, y cedió la presidencia a Ramón Tamames. Sin el voto de Tierno, la nueva tasa quedó aprobada por 31 votos a favor (PSOE y PCE), 17 en contra (UCD) y la sorprendente abstención del socialista Valentín Medel, que ahora, cuatro años después, ejerce la responsabilidad más directa sobre la ORA como concejal de Circulación y Transportes.

José Barrionuevo -hoy ministro del Interior- y José Luis Martín Palacín -actualmente director general de Tráfico-, que fueron los padres de la ORA, argumentaron que la red viaria urbana, propiedad de todos, es un espacio limitado, y que el parque automovilístico crece sin descanso. Martín Palacín mantiene ahora la misma posición. "Cuando llegamos al Ayuntamiento nos encontramos con una herencia lamentable. El tráfico estaba absolutamente deteriorado", afirma rotundo.

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Martín Palacín cree que sus antecesores habían fomentado, equivocadamente, como sistema de disuasión, el caos. "Juan de Arespacochaga se empleó a fondo con la grúa y los cepos, y José Luis Álvarez decidió, por motivos electorales, no tomar ninguna medida. En esto estábamos cuando empezamos a buscar una solución, y decidimos prohibir el aparcamiento a los vehículos privados en la Puerta del Sol durante las Navidades de 1979. El resultado fue excelente. Ese fue el banco de pruebas". A partir de ahí -mientras Tierno anunciaba que se estaba estudiando la posibilidad de arbitrar una medida que permitiera circular los días pares a unos vehículos y los impares a otros-, prepararon la ORA con la bendición del alcalde".

"No inventamos nada", asegura Martín Palacín. "Elegimos el sistema actual porque a nivel internacional era el que mejor resultado daba, y lo copiamos de las ciudades de Londres y Viena". Tanto Martín Palacín como Tamames reconocen que fue una gran iniciativa y que es "lamentable" que los conductores la incumplan con tanto descaro.

Arrepentimiento y perdón

Valentín Medel prefiere no explicar por qué se abstuvo de votar la ordenanza reguladora de la tasa por estacionamiento vigilado. Sin embargo, el concejal de Circulación y Transportes afirma rotundo que "el Ayuntamiento actuará con el máximo rigor contra los infractores, y sólo habrá amnistía si hay arrepentimiento y colaboración, porque la situación a la que se ha llegado es alarmante".

El concejal explica que "las multas han crecido hasta colapsar la actividad del centro electrónico municipal, y más de 7 1.000 vehículos tienen orden de precinto, la mayoría con más de 15 denuncias acumuladas". Medel asegura que aquellos que no reciben la notificación de multa en su domicilio no

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están sancionados. En el perímetro de la ORA existen 44.677 plazas de aparcamiento en bordillo, y 57.662 vecinos tienen la tarjeta de residente, al precio anual de 2.200 pesetas. Para los demás, la tasa es de 30 pesetas la media hora. El servicio le cuesta al Ayuntamiento 1.050 millones al año, de los que sólo recauda 700.

Un número de 650 trabajadores, procedentes de las líneas periféricas de autobuses y cobradores sin trabajo de la Empresa Municipal de Transportes, componen la plantilla de vigilantes de la ORA. Uniformados con gabardinas azules y un distintivo del Ayuntamiento en el brazo, los vigilantes denuncian diariamente a 12.000 infractores, pero no imponen sanciones. "El 14% de los madrileños paga las multas en período voluntario", dice Medel; "el 6%, por vía ejecutiva, y el 80%. restante sigue jugando". Pese a que la tasa se denomina de aparcamiento vigilado, la misión de los hombres de azul no incluye la protección de la integridad de los vehículos aparcados, según Medel, aunque "su sola presencia cohíbe la actuación de los cacos, y gracias a su presencia se evitan acciones delictivas de, todo tipo, incluidas las terroristas".

Pese a las críticas, muchos madrileños se muestran a favor de la ORA. Los taxistas, un sector nada favorable a la gestión municipal en líneas generales, defienden la tasa. A. G., que conduce un taxi desde hace 10 años y que recuerda los atascos de antes, asegura que "se circula mucho mejor, pese a los que aparcan en tercera fila; la medida beneficia a todo el que tenga que utilizar el coche".

Un madrileño de 33 años, cuyo nombre corresponde a las iniciales L. G., se muestra rotundo al hablar de ello. "Estoy completamente a favor de la ordenanza. Siempre encuentro aparcamiento. No he pagado ni pienso pagar una sola multa de las que me ponen habitualmente. Lo único que me parece mal es que no se vigilen los automóviles. A mí me han robado el casete cinco veces", explica.

Para A. G., de 30 años, residente en la zona de la ORA, el único inconveniente es que no garantiza el aparcamiento: "Muchos días me tengo que ir hasta el quinto pino para poder dejar el coche". Por el contrario, a J. V., un profesional de 30 años, residente sin tarjeta en la zona de la ORA, que se ha acostumbrado a encontrar cada mañana el papelito blanco de la denuncia en el parabrisas del coche, el sistema le parece nefasto. "Tengo más de 400 multas, qué me va a parecer...", dice este acérrimo partidario de la amnistía.

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