Cartas al director

La locura de fumar

Un loco frenesí recorre Europa: la locura del cigarrillo. No hay momento ni lugar inoportunos. Ávidos pulmones alimentan la sangre de etéreos placeres (lástima, ¡ay!, que estas vísceras devuelven todo por donde entró). Millones y millones de pitillos son consumidos constantemente, de modo que este gran incendio nunca termina y ha acabado por constituir un nuevo equilibrio ecológico.Para proteger imprescindibles derechos se dictan leyes que son pisoteadas por la masa enfervorizada. Los gobernantes no se han dado cuenta de que grandes volúmenes de humo se han instalado en las ciudades, adueñándo...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Un loco frenesí recorre Europa: la locura del cigarrillo. No hay momento ni lugar inoportunos. Ávidos pulmones alimentan la sangre de etéreos placeres (lástima, ¡ay!, que estas vísceras devuelven todo por donde entró). Millones y millones de pitillos son consumidos constantemente, de modo que este gran incendio nunca termina y ha acabado por constituir un nuevo equilibrio ecológico.Para proteger imprescindibles derechos se dictan leyes que son pisoteadas por la masa enfervorizada. Los gobernantes no se han dado cuenta de que grandes volúmenes de humo se han instalado en las ciudades, adueñándose hasta de la última célula de sus moradores.

Así pues, los no fumadores no son más que inadaptados que luego se han convertido en intolerantes al oír que en América se han conseguido algunas victorias.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En