El capitán del 'lzarra' conoció por un funcionario de la cárcel el viaje del emisario real

ENVIADO ESPECIAL, La esposa del capitán del petrolero Izarra, María Teresa Ruiz de Gordejuela, pidió ayer a EL PAIS, entre sollozos, que transmitiera su "eterno agradecimiento" al rey Juan Carlos por las gestiones que está realizando para el indulto y posterior repatriación a España de su marido, condenado a muerte por un doble delito de contrabando de gasóleo. José Luis Peciña conoció la llegada a Lagos, capital nigeriana, del teniente general Manuel Díez-Alegría, portador de un mensaje real de clemencia, a primera hora de la mañana de ayer en el barracón de la prisión federal de Port Harcou...

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ENVIADO ESPECIAL, La esposa del capitán del petrolero Izarra, María Teresa Ruiz de Gordejuela, pidió ayer a EL PAIS, entre sollozos, que transmitiera su "eterno agradecimiento" al rey Juan Carlos por las gestiones que está realizando para el indulto y posterior repatriación a España de su marido, condenado a muerte por un doble delito de contrabando de gasóleo. José Luis Peciña conoció la llegada a Lagos, capital nigeriana, del teniente general Manuel Díez-Alegría, portador de un mensaje real de clemencia, a primera hora de la mañana de ayer en el barracón de la prisión federal de Port Harcourt, a través de uno de sus guardianes, que momentos antes había escuchado la noticia, por la radio.María Teresa Ruiz de Gordejuela fue abordada ayer por este enviado especial a la salida de la prisión federal, después de haber realizado una visita a su marido, la única que se le permite de momento a la semana. La esposa de Peciña estaba acompañada de su hija Teresa, médica de profesión, y del abogado español Rafael Lobeto, asesor técnico del Instituto Social de la Marina y representante legal español en el caso Izarra.

En opinión de María Teresa Ruiz de Gordejuela, su esposo "se encontraba ayer más animado y con esperanzas de salir pronto". El capitán del Izarra comparte un barracón, similar a los que se utilizan en los cuarteles, con otros presos considerados políticos, entre los que se encuentran seis ministros del anterior régimen.

Peciña viste uniforme de reo de color blanco con unas pequeñas rayas verticales que pasan prácticamente desapercibidas. Hasta el lunes, el capitán del Izarra vestía prendas normales, pero debido a una posible visita de la inspección penitenciaria, las autoridades carcelarias han acordado uniformarle como a los demás presos.

No puede ver a sus familiares nada más que un día a la semana, visita que se considera extraordinaria, ya que a este tipo de presos se le permite un solo contacto con el exterior al mes, si bien la Embajada de España anunció ayer que es posible que estas restricciones le sean levantadas en las próximas horas, para lo cual se trasladarán a Port Harcourt el canciller Alfredo Partearroyo y el abogado contratado por el Gobierno español, Jimi Oduba.

Las aventuras de Robinsón

Las autoridades de la prisión le tienen prohibido escribir cartas y recibir periódicos, no sólo españoles sino también extranjeros. El capitán Pecifla se pasa el día leyendo un libro sobre la vida y aventuras de Robinsón Crusoe, que su hija le ha podido introducir en la penitenciaria a pesar de las restricciones. La jornada penitenciaria para Peciña comienza a las seis de la mañana, hora en que abren los harracones. Generalmente se queda en la cama más tiempo y luego aprovecha para pasear por los patios o conversar con sus compañeros de celda. El ambiente, según su esposa, "es bueno y amigable", ya que sus compañeros son presos derégimen especial".Desde que fue internado en la prisión de Port Harcourt, Peciña siempre según su esposa, no ha podido conciliar el sueño, si bien, a partir de ahora, "con las gratas no ticias que le están llegando, está más tranquilo y ha dicho que podrá dormir". Si la comunicacióentre Pecifla y su esposa, que se encuentra en Nigeria desde el pasado 3 de diciembre, ocurre un día -a la semana, la de María Teresa Ruiz de Gordejuela'con España no existe, debido a las grandes dificultades telefónicas, que impiden conectar Port Harcourt con Lagos, capital nigeriana. "Los télex tardan tres días en llegar y las cartas una enormidad".

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"Debido a estas dificultades, quiero expresarle hoy (se refería a ayer) a Su Majestad el Rey, a través de EL PAIS, el más profundo y eterno agradecimiento de mi marido y mío por las gestiones que ha estado realizando. Esto se lo voy a hacer patente mediante una carta que estoy redactando y que espero enviarle a Madrid con la próxima persona que encuentre", dijo María Teresa Ruiz de Gordejuela.

La esposa de Peciña ha entregado a dos periodistas dos cartas, una dirigida al presidente del Gobierno, Felipe González, y otra al presidente del Gobierno vasco, Carlos Garaikoetxea, solicitando ayuda. Estas cartas fueron redactadas antes de que María Teresa Ruiz de Gordejuela supiera que el Rey de España iba a enviar un emisario para solicitar clemencia para su marido.

Pecifia, alavés aunque residente en la localidad vizcaína de Algorta-Guetxo, no volverá a embarcarse más, según su mujer: "al menos eso es lo que le voy a pedir. Es preferible que se busque la vida de cualquier otra forma".

Críticas a López Tapia

Sobre José María López Tapia, armador encubierto del Izarra, María Teresa manifestó que no quería "saber nada de esa persona", si bien el abogado Lobeto, presente en la conversación, dijo que se trataba de "un gangster que se había portado de forma canallesca", hasta el punto de que llamaba al abogado Oduba, pero no preguntando por el capitán, sino por el "futuro del barco". María Teresa Ruiz de Gordejuela, caso de que no se resuelvan las gestiones que mañana realizarán los representantes diplomáticos españoles, no podrá ver a su marido hasta el próximo día 24 de diciembre, día que le toca de nuevo visita. "Las Navidades las pasaré aquí en Port Harcourt, con mi hija Teresa, cerca de mi marido, aunque no lo pueda ver a la hora de la cena". La esposa de Peciña, que reside en el hotel Presidencial de Port Harcourt, de donde prácticamente no sale, ha recibido numerosas muestras de solidaridad de la colonia europea y de algún que otro español que le ha brindado su casa para lo que necesite. Tiene aún mucho miedo sobre lo que le pue da ocurrir a su marido y se horroriza cuando se le comenta la palabra fuga, por temor a posibles castigos por parte de los carceleros en caso de que fracasara el intento.

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