Tribuna:

Farsas

El especialista en cuestiones de medios de comunicación de masas de Alianza Popular, señor Gabriel Elorriaga, ha acusado a Televisión Española de ser "sandinista" y de haber prestado excesiva y no selectiva atención a la "farsa" de las recientes elecciones nicaragüenses. Curioso personaje don Gabriel, predestinado en otro tiempo a ser arcángel suplente de don Gabriel Arias Salgado, en aquellos felices sesenta en los que TVE insinuó la farsa del contraste de pareceres entre un puñado de intelectuales estatalistas unidos por el común denominador de no ser sospechosos ni siquiera de no inf...

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El especialista en cuestiones de medios de comunicación de masas de Alianza Popular, señor Gabriel Elorriaga, ha acusado a Televisión Española de ser "sandinista" y de haber prestado excesiva y no selectiva atención a la "farsa" de las recientes elecciones nicaragüenses. Curioso personaje don Gabriel, predestinado en otro tiempo a ser arcángel suplente de don Gabriel Arias Salgado, en aquellos felices sesenta en los que TVE insinuó la farsa del contraste de pareceres entre un puñado de intelectuales estatalistas unidos por el común denominador de no ser sospechosos ni siquiera de no infundir sospechas.Aquella farsa aperturística tenía su límite por la derecha en el señor Roberto Reyes, preultra de agresivo ceño, y su límite por la izquierda en los señores Del Moral y Elorriaga. El joven Elorriaga era un exseuista posdemócrata que había sido detenido por el régimen en los años cincuenta por sus excesos como falangista crítico divino e impaciente. Su contribución al contraste de pareceres hubiera pasado sin pena ni gloria, de no haber recitado una original colaboración en defensa e ilustración del pollo de granja, en revolucionario parecer contrastado con el de Joan Fuster que, a pesar de su ya entonces evidente rojez y pancatalanismo, se mostraba rotundo partidario de los pollos criados a mano y convocados para el grano al susurro entrañable del tites... tites... Decantado hacia peligrosos izquierdismos socializantes, Elorriaga sostenía que el pollo de pienso compuesto permitía la socialización de la proteína, y en cambio el pollo libre en la naturaleza libre era un resabio reaccionario, sólo al alcance de privilegiados sin conciencia de modernidad.

Menos mal que la Historia es una suprema maestra y tirana que enmendó al joven Elorriaga, le sacó de aquel peligroso y poco contrastado parecer socializante y le ha devuelto a las filas del liberalismo conservador, desde las que está en inmejorables condiciones para ver la farsa en el ojo ajeno. Ya lo decían los antiguos: "Quien a los 20 años no es partidario del pollo socializado es que no tiene corazón, y quien a los cuarenta años sigue siéndolo es que no tiene cerebro".

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