Reportaje:LA ECONOMÍA SUMERGIDA

La marroquinería de Ubrique, un 'monocultivo' desde la época morisca

Situado en la serranía de Ronda, en uno de los parajes más bellos y menos pisados de España, Ubrique se ha convertido en los últimos años en un foco difícilmente controlable de economía sumergida. Pese a que existen oficialmente 2.000 parados, la prosperidad que se advierte en el pueblo desmiente esta cifra. El hábito de despedir al empleado y recontratarle ilegalmente ha sido práctica extendida en los últimos tiempos.La marroquinería es el monocultivo de Ubrique desde los tiempos de la dominación morisca. Entre 3.000 y 6.000 millones de pesetas al año, según distintas fuentes, se mueve...

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Situado en la serranía de Ronda, en uno de los parajes más bellos y menos pisados de España, Ubrique se ha convertido en los últimos años en un foco difícilmente controlable de economía sumergida. Pese a que existen oficialmente 2.000 parados, la prosperidad que se advierte en el pueblo desmiente esta cifra. El hábito de despedir al empleado y recontratarle ilegalmente ha sido práctica extendida en los últimos tiempos.La marroquinería es el monocultivo de Ubrique desde los tiempos de la dominación morisca. Entre 3.000 y 6.000 millones de pesetas al año, según distintas fuentes, se mueven en el pueblo en torno al trabajo de recibir el cuero y trabajarlo. Cerca de 5.000 trabajadores se dedican a la preparación de carteras, monederos, bolsos y chaquetas.

La crisis produjo en Ubrique efectos similares a tantos y tantos otros puntos, pero el pueblo se defendió con una reacción atípica, a través de una especie de pacto tácito colectivo. Los centros de trabajo fueron vaciándose progresivamente. Algunos de los más importantes llegaron incluso a cerrar sus instalaciones. Gran número de trabajadores quedó suspuestamente en el paro. Y, sin embargo, el nivel de vida de la ciudad no lo acusaba. La explicación era sencilla: los empresarios despedían a sus trabajadores y luego los volvían a readmitir, aunque ilegalmente, sin contrato laboral. Con este sistema, el trabajador percibe los mismos emolumentos que antes, más el paro. El empresario se ahorra la Seguridad Social.

Es difícil cuantificar el problema. Algunas empresas de cierta envergadura han cerrado sus instalaciones, pero eso no supone ni mucho menos que permanezcan inactivas. Reparten trabajo y los artesanos se quedan a hacerlo en casa. Por otra parte, la actividad es muy irregular, porque se incrementa notablemente cuando se acercan las fechas de Navidad y la festividad de san José, en que son más frecuentes que nunca los regales de objetos de piel, y baja en otras épocas.

La Junta de Andalucía ha intentado resolver la situación, impulsando la comercialización de los productos, y en ese sentido ha propiciado la creación de la imagen de marca y denominación de origen y de una sociedad que agrupe a los sindicatos, empresas y ayuntamiento, con participación de la propia Junta. Esta experiencia es reciente y, por el momento, no ha permitido una reactivación económica suficiente como para devolver la normalidad laboral al pueblo, cuyo censo de parados es de 2.000, de los que, por lo menos, 1.500 son ficticios.

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