La difícil herencia de Kreisky

El canciller austríaco Alfred Sinowatz está desde el 24 de mayo de 1983 al frente del Gobierno de Austria, cargo en el que tiene que afrontar la pesada herencia de Bruno Kreisky, no sólo por la personalidad política de su predecesor, sino también la difícil situación económica del país. El nuevo canciller, socialista, ha sabido dar muestras de humor, con ciertos tonos negros, y dijo en una ocasión: "Cuando uno tiene la pinta que yo tengo, es un privilegio ser ministro". El poco agraciado Sinowatz tuvo la astucia política necesaria para llegar a ser príncipe heredero de Kreis...

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El canciller austríaco Alfred Sinowatz está desde el 24 de mayo de 1983 al frente del Gobierno de Austria, cargo en el que tiene que afrontar la pesada herencia de Bruno Kreisky, no sólo por la personalidad política de su predecesor, sino también la difícil situación económica del país. El nuevo canciller, socialista, ha sabido dar muestras de humor, con ciertos tonos negros, y dijo en una ocasión: "Cuando uno tiene la pinta que yo tengo, es un privilegio ser ministro". El poco agraciado Sinowatz tuvo la astucia política necesaria para llegar a ser príncipe heredero de Kreisky, el kaiser Bruno, y consiguió heredarlo, suerte que no alcanzaron otros pretendientes aparentemente más cualificados, que se quedaron con las ganas y la carrera política arruinada.

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El legendario Kreisky gobernó en Austria durante 13 años y concurrió a las elecciones del 24 de abril de 1983 con la promesa de retirarse si su partido socialista (SPOE) no conseguía la mayoría absoluta. El SPOE perdió la mayoría absoluta y Kreisky dimitió, lo que permitió el acceso al poder de Sinowatz, que ocupaba la cartera de Educación en el Gabinete anterior y el puesto de vicecanciller desde 1981, en un Gobierno de coalición con los liberales (FPOE).

El nuevo canciller es un personaje gris, al lado de Kreisky, que disfrutaba con su actividad política a escala planetaria desde la pequeña república en el corazón de Europa. Sin duda Sinowatz no intentará volar por las alturas de la diplomacia y la política mundial, pero ha tenido que hacerse cargo de la difícil intendencia que dejó su antecesor. Las cifras de paro oscilan alrededor de un 4%, que provoca envidia en otros países pero preocupa en Austria, donde la deuda exterior ha llegado a alcanzar un volumen considerable y la industria nacionalizada produce cada año un déficit de unos 235 millones de dólares (casi 40.000 millones de pesetas).

Esto ha impuesto al Gobierno de Sinowatz la obligación de realizar una política de austeridad. Austria ha desaparecido de las primeras páginas de la Prensa mundial sin las escapadas políticas de Kreisky, quien ha lanzado meses atrás la acusación de provincialismo. Sinowatz replicó, en una entrevista con el semanario alemán Der Spiegel, que "con frecuencia hablo tres y cuatro horas con Kreisky, y por eso sé que sus declaraciones sobre provincialismo no se refieren al Gobierno".

Por primera vez desde la II Guerra Mundial, Austria tiene con Sinowatz un canciller que procede de una familia obrera, perteneciente a la minoría croata del Estado de Burgenland, en la frontera con Hungría. Sinowatz, que se doctoró en Filosofia en la Universidad de Viena, es un hombre pragmático, que no da importancia a la ideología y se mueve en la política con astucia y oficio, un político situado en el centro del SPOE. El canciller y presidente del SPOE declaró sobre el marxismo que "no se trata de despedirse de Marx, pero tampoco podemos apoyarnos en ideas que eran correctas el siglo pasado". Según Sinowatz, hay que conservar los valores fundamentales de la socialdemocracia, "pero me niego a que para satisfacer las necesidades de ideología se recurra siempre a las fuentes".

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