Tribuna:

Víctimas de la conjura de la 'banda de los dos'

Los operadores se han encontrado con cierto desencanto debido a lo que se puede denominar la conjura de la banda de los dos, es decir los dos factores que desde hace varias jornadas están animando indirectamente la contratación: el pacto social y el tratamiento favorable para la inversión-riesgo.Pero esas incertidumbres no sólo no se han resuelto ayer, sino que fueron origen de mil rumores. Todos de signo negativo. Por una parte se especulaba con la posibilidad de que Gobierno y patronal no se reunirían antes de la celebración del Consejo de Ministros de hoy, en el que debe ser aprobado...

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Los operadores se han encontrado con cierto desencanto debido a lo que se puede denominar la conjura de la banda de los dos, es decir los dos factores que desde hace varias jornadas están animando indirectamente la contratación: el pacto social y el tratamiento favorable para la inversión-riesgo.Pero esas incertidumbres no sólo no se han resuelto ayer, sino que fueron origen de mil rumores. Todos de signo negativo. Por una parte se especulaba con la posibilidad de que Gobierno y patronal no se reunirían antes de la celebración del Consejo de Ministros de hoy, en el que debe ser aprobado el proyecto de Prespuestos. De otro lado, se decía que la máxima desgravación por renta variable sería de 75.000 o 100.000 pesetas.

Sólo eran rumores, pero en la bolsa las habladurías siempre cotizan. A la baja en este caso. Las lenguas viperinas no dejaron de subrayar que los intentos de sembrar el desánimo se debían a aquellos que se habían posicionado en compras a crédito a la baja, por lo que éstos estarían enfriando el ambiente en beneficio propio. Si el comportamiento del mercado se debió exclusivamente a esta labor de zapa, sin embargo, justo es reconocer los méritos de los submarinos.

Porque la bolsa demostró que había cambiado, al igual que el tiempo otoñal, que ha rescatado de los armarios aquellas ropas de entretiempo envueltas en naftalina desde el comienzo de los calores estivales. No es sólo la pérdida de 13 centésimas en el índice general. Eso podría ser una anécdota. Lo cierto es que las incertidumbres de la banda de las dos incógnitas pesan como una losa. Será difícil cambiar esta apatía hasta que se sepa por dónde van los tiros fiscales.

En estas circunstancias, los valores eléctricos sufieron alguna ligera pérdida, incluso después de saber que las lluvias han paliado con largueza el desequilibrio originado por el ascenso irresistible del dólar en las cuentas de resultados de estas empresas; incluso se habla de un saldo positivo, por estos dos factores y para el sector, en torno a los 10.000 millones de pesetas.

Los bancos, por el contrario, lanzaron algún que otro bostezo en su ya larga siesta. El saldo por caja marcó los 41.292 títulos a la compra y el significativo Popular subió siete enteros. Los comentarios de un boletín confidencial, que recomendaba entrar en el sector, puede haber tenido alguna influencia.

Telefónica, por su parte, recortó su cambio un 1/8, en lo que parece ser un exquisito afinamiento de cara a la ampliación de capital, que podría hacerse pública hoy, al término de la reunión del consejo de administración de la compañía.

Pero no hay que lanzar ningun SOS. Algunas instituciones intentaron ayer presionar a la baja y se encontraron con una resistencia tan sustancial que su mayor éxito consistió en recortar algunas crestas de valores estratégicos. Un parco resultado que viene a demostrar que el dinero no está por la labor de perderse aquellas oportunidades que surjan cada día.

Aunque la excesiva tranquilidad de algunos operadores puede ser más aparente que real. Los que se han colocado a la baja parecen excesivamente alarmistas. Así que un término medio podría ser la actitud más prudente.

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