Favorable acogida mundial a la decisión de Reagan sobre las entradas de acero en EE UU

La decisión del presidente Ronald Reagan de rechazar, en plena campaña electoral, las recomendaciones que desde diversos sectores le han sido formuladas para contingentar las importaciones norteamericanas de acero, mediante la imposición de cuotas y tarifas arancelarias, ha causado gran impacto tanto en el interior como en el exterior del país. La negativa de Reagan a satisfacer las demandas de la industria del acero estadounidense es una gran noticia para los exportadores españoles. Brasil, Taiwan, Corea del Sur, Japón y España son los responsables de la avalancha de productos de acero que in...

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La decisión del presidente Ronald Reagan de rechazar, en plena campaña electoral, las recomendaciones que desde diversos sectores le han sido formuladas para contingentar las importaciones norteamericanas de acero, mediante la imposición de cuotas y tarifas arancelarias, ha causado gran impacto tanto en el interior como en el exterior del país. La negativa de Reagan a satisfacer las demandas de la industria del acero estadounidense es una gran noticia para los exportadores españoles. Brasil, Taiwan, Corea del Sur, Japón y España son los responsables de la avalancha de productos de acero que inunda el mercado norteamericano.El secretario de Estado de Comercio, Luis Velasco, calificó ayer de "acertada" la decisión de Reagan "que sin duda nos favorece

España exporta anualmente acero a EE UU por valor de 250 millones de dólares, 43.000 millones de pesetas al cambio actual, de los que hubieran quedado afectados por la medida ventas por valor de 100 millones de dólares. Velasco recordó, no obstante, que el acero español sufre aún una serie de cortapisas en EE UU, como derechos compensatorios y antidumping, que no son correctos y que podrían llevarnos a aceptar el sistema de cuotas si desaparecieran tales trabas".

La opción de Reagan, sin embargo, queda muy matizada, teniendo en cuenta la, orden paridela al departamento de Comercio de negociar acuerdos voluntarios con los países citados para la autolimitación de sus exportaciones de acero a EE UU. La balanza final queda pues en un punto medio que significará, en cualquier caso, una reducción de las entradas que que darían fijadas en el 18,5% del mercado o el 20% si se incluye el acero terminado, frente a cerca del 25% actual.

Los exportadores de todo el mundo han recibido con satisfacción las noticias porcedentes de Washington, aunque ven con preocupación el futuro de unas negociaciones muy duras para determinar esa autilimitación. Washington confía en lograr acuerdos sobre esas reducciones voluntarias en un plazo de 90 días con Japón Brasil, España y Corea del Sur.

La Comisión Ejecutiva de la CEE se ha mostrado de acuerdo en abrir conversaciones inmediatas con Washington sobre las exportaciones comunitarias de tubos de acero a EE UU. La CEE absorbe actualmente el 14% del mercado norteamericano de tubos, muy por encuna del 5,9% acordado por ambas partes en el acuerdo acerero firmado en 1982. La mencionada comisión ha manifestado que la opción adoptada por Reagan favorecerá el buen clima de las relaciones comerciales a ambos lados del Atlántico.

Por su parte, funcionarios de Japon y Corea han mostrado su confarmidad con Reagan, anunciando que defenderán con todas sus fuerzas el actual ni vel, de sus exportaciones de acero a EE UU.

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