Cartas al director

El ejemplo de Olof Palme

El 26 de junio último, mientras aguardaba turno para ser atendido en las oficinas de SAS en la calle Sveavagen de Estocolmo, entró el primer ministro, señor Olof Palme; gabardina usada, paraguas bajo el brazo, quien, sin más, cogió su ticket, aguardando su turno hasta ser atendido, como otro ciudadano cualquiera, para pedir, y abonar de su bolsillo, un billete de avión de las líneas nacionales, saliendo, como había entrado, entre la indiferencia general.Al comentar después con un empleado la visita del señor Palme me dijo que a menudo se le veía por las calles y tiendas de la ciu...

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El 26 de junio último, mientras aguardaba turno para ser atendido en las oficinas de SAS en la calle Sveavagen de Estocolmo, entró el primer ministro, señor Olof Palme; gabardina usada, paraguas bajo el brazo, quien, sin más, cogió su ticket, aguardando su turno hasta ser atendido, como otro ciudadano cualquiera, para pedir, y abonar de su bolsillo, un billete de avión de las líneas nacionales, saliendo, como había entrado, entre la indiferencia general.Al comentar después con un empleado la visita del señor Palme me dijo que a menudo se le veía por las calles y tiendas de la ciudad.

Nada de coches oficiales, ni comitiva de secretarios. Tomen nota nuestros prohombres políticos (socialistas primero y también los que no lo son), a nivel nacional y de la Generalitat, todos uno poco endiosados.-

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