Una vecina ejemplar

Mari Carmen Ruiz Sánchez era hasta ayer una buena hija, buena madre y vecina ejemplar de Itrabo. Nacida en este pueblo hace 31 años, nadie entre sus convecinos le conocía ningún rasgo que permitiera suponer un desequilibrio tan fuerte como el que ha ocasionado los extraños sucesos de estas últimas semanas. Se crió en el pueblo, compartiendo juegos con las niñas de su edad y creándose entre ellas una aureola de bondadosa y pacífica. Estudió magisterio, salida clásica para los jóvenes con inquietudes en esa España rural en la que no hay dinero para alcanzar metas intelectuales más altas. Dado su...

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Mari Carmen Ruiz Sánchez era hasta ayer una buena hija, buena madre y vecina ejemplar de Itrabo. Nacida en este pueblo hace 31 años, nadie entre sus convecinos le conocía ningún rasgo que permitiera suponer un desequilibrio tan fuerte como el que ha ocasionado los extraños sucesos de estas últimas semanas. Se crió en el pueblo, compartiendo juegos con las niñas de su edad y creándose entre ellas una aureola de bondadosa y pacífica. Estudió magisterio, salida clásica para los jóvenes con inquietudes en esa España rural en la que no hay dinero para alcanzar metas intelectuales más altas. Dado su excelente expediente, obtuvo plaza donde quería, en Itrabo. Allí se casó hace ocho años, y allí tuvo tres hijos, uno de siete años, otro de cuatro y, finalmente, una niña de tres meses. El padre de la maestra es un modesto trabajador del campo que recientemente ha sufrido una operación en el cráneo. Su cicatriz ahonda aún más la expresión preocupada que pasea estos días por las calles del pueblo, mientras rechaza cualquier ex plicación sobre el asunto. La madre, más explícita, llega a comunicar que el marido de Mari Carmen Ruiz "no está. Está casi siempre en el invernadero. Hace un poco su vida por su cuenta". No obstante, en Itrabo no hay constancia de que se haya producido una real separación matrimonial y, que ésa haya podido ser la causa del brusco desequilibrio que parece haber afectado a la maestra. La mayoría piensa que el marido es uno de tantos que prueba fortuna con el cultivo de extratempranos y subtropicales en los invernaderos de la costa, que desde El Ejido hasta Salobreña han traído riqueza, a cambio de mucho trabajo, a las comarcas deprimidas de la franja sur de Andalucía Oriental.

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Los alumnos la querían, la quieren, y algunos de ellos narraban estos días en la plaza con indignación las torturas que sufrió el domingo. El director del colegio y alcalde del pueblo, Manuel Fernández Olvera, estaba más que satisfecho con su rendimiento profesional. Su desequilibrio, de confirmarse en la investigación aún en marcha que ella es la responsable de la pesadilla vivida en los últimos tiempos en Itrabo, tardará mucho tiempo en ser comprendido por sus convecinos.

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