Primera prueba de encendido de un vehículo espacial privado

Mientras el transbordador norteamericano Discovery permanecía varado en Florida sin poder realizar su primer vuelo, a primeros de este mes, a casi 5.000 kilómetros, en el otro extremo de Estados Unidos, se realizaba la primera prueba experimental de un nuevo proyecto espacial. Durante un minuto, lenguas de fuego salieron de la base de un cohete de forma alargada cuyos diseñadores esperan que se convierta en el vehículo que lleve al espacio al primer astronauta privado.

El escenario era mucho más modesto que el de Cabo Cañaveral, desde donde salen los vehículos de la ag...

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Mientras el transbordador norteamericano Discovery permanecía varado en Florida sin poder realizar su primer vuelo, a primeros de este mes, a casi 5.000 kilómetros, en el otro extremo de Estados Unidos, se realizaba la primera prueba experimental de un nuevo proyecto espacial. Durante un minuto, lenguas de fuego salieron de la base de un cohete de forma alargada cuyos diseñadores esperan que se convierta en el vehículo que lleve al espacio al primer astronauta privado.

El escenario era mucho más modesto que el de Cabo Cañaveral, desde donde salen los vehículos de la agencia espacial norteamericana. El proyectil, que forma parte del proyecto Private Enterprise, estaba situado en una pradera junto al pequeño aeropuerto de Fremont, a una hora de camino desde San Francisco.

El centro de control consistía en un conjunto de instrumentos instalados en una camioneta situada a unos 100 metros del cohete. Varios bomberos permanecían a la expectativa, ante el peligro de que los gases expulsados provocaran un incendio.

"Todo el mundo al suelo"

"Si se produce una explosión, todo el mundo al suelo", se avisó a los pocos más de 50 espectadores que presenciaban la cuenta atrás. Sin embargo, el encendido de prueba de los motores durante un minuto se realizó sin problemas. El impulsor de este proyecto es Robert Truax, un veterano ingeniero especializado en cohetes, de 66 años de edad, con un historial impresionante: participó en el diseño del Polaris, el revolucionario misil que se lanza desde debajo del agua desde un submarino.Truax está empeñado, al igual que otros empresarios privados, en construir una familia de vehículos espaciales que rivalicen con los desarrollados por la NASA. Ha puesto una suma importante de dinero de su propio bolsillo para conseguirlo, y ahora le falta conseguir un millón de dólares (160 millones de pesetas) para realizar el primer lanzamiento.

Este primer vuelo llevaría un hombre a bordo y sería breve y suborbital, similar al realizado por el primer astronauta norteamericano, Alan Shephard, en 1961. Sin embargo, Truax tiene dificultades para conseguir el dinero, que en todo caso le vendría de vender la exclusiva del primer lanzamiento a una de las potentes cadenas de televisión norteamericanas.

Para mantener los costes lo más bajos posible, Truax ha utilizado siempre que ha podido restos de cohetes. Los cuatro motores del Private Enterprise pertenecen al misil Atlas, ahora ya en desuso, y el ingeniero norteamericano afirma que los compró por 125 dólares (20.000 pesetas) cada uno.

Sin embargo, Truax no ha tenido dificultad alguna en encontrar candidatos para el vuelo en su cohete, de sólo nueve metros de longitud. Fell Peters, un loco por el espacio de 26 años, fue elegido como primer astronauta de entre varios miles de candidatos, sobre todo, como él mismo reconoce, porque estaba dispuesto a contribuir con una elevada suma al proyecto.

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