Cartas al director

Las dos Españas

Con verdadera sorpresa he leído que no será aplicada la ley de Militares Republicanos; pero la sorpresa y el estupor aumenta cuando dicen que falta dinero para auxiliar a los militares en campaña antes y después del 18 de julio de 1936. Es decir, que con un presupuesto del Estado verdaderamente escalofriante, como jamás se había conocido, cuando hay dinero para gastos suntuarios alucinantes y para otros eventos que causan risa y estupor, resulta que no hay dinero para ayudar a un grupo de ancianos a los que se ha negado hasta la Seguridad Social por haber defendido la Constitución. Creo que fu...

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Con verdadera sorpresa he leído que no será aplicada la ley de Militares Republicanos; pero la sorpresa y el estupor aumenta cuando dicen que falta dinero para auxiliar a los militares en campaña antes y después del 18 de julio de 1936. Es decir, que con un presupuesto del Estado verdaderamente escalofriante, como jamás se había conocido, cuando hay dinero para gastos suntuarios alucinantes y para otros eventos que causan risa y estupor, resulta que no hay dinero para ayudar a un grupo de ancianos a los que se ha negado hasta la Seguridad Social por haber defendido la Constitución. Creo que fue el 20 de noviembre de 1983 cuando el Congreso aprobó la toma en consideración de la proposición de ley del Grupo Socialista para que desapareciera la discriminación para con los militares republicanos. Desde todos los ámbitos de España y desde muchos países extranjeros abundan las quejas por el olvido en que se tiene a estos militares; recuerdo ahora la patética carta del capitán médico doctor Joaquín Barrios Gutiérrez, de Sevilla, publicada en EL PAÍS del 22 de abril de 1983, en la que relata la odisea que vivió, como vencido, en la posguerra.Parece que aquellos que más debían recordarlo se han olvidado de los que ganaron grados en el campo de batalla luchando por ellos, pero que fueron vencidos, humillados, perseguidos; que muchos fueron fusilados, otros acabaron en campos de concentración y en la cárcel y otros en el exilio por haber cometido el tremendo delito de defender la Constitución y al Gobierno legítimo elegido democráticamente. Podrán olvidarse de ellos, pero al coste de que sigan existiendo dos Españas y, por lo tanto, discriminación y odio-

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