Cartas al director

El 'fusilamiento' de Abena

Sin intención ni de defender ni mucho menos justificar los hechos protagonizados por unaunidad militar en un pueblo de los Pirineos me gustaría poder hacer algunas consideraciones al respecto.En el editorial de EL PAIS del pasado día 14 se vierten algunas exageraciones, lo que, unido al enorme despliegue informativo de la noticia en sí, contribuyen a magnificar el hecho. Según parece, no fueron el «alcalde pedáneo y un grupo de vecinos", sino el alcalde y otro vecino. El alcalde tampoco parece estar "aterrado por las consecuencias de armar más ruido por el caso", según se desprende de la págin...

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Sin intención ni de defender ni mucho menos justificar los hechos protagonizados por unaunidad militar en un pueblo de los Pirineos me gustaría poder hacer algunas consideraciones al respecto.En el editorial de EL PAIS del pasado día 14 se vierten algunas exageraciones, lo que, unido al enorme despliegue informativo de la noticia en sí, contribuyen a magnificar el hecho. Según parece, no fueron el «alcalde pedáneo y un grupo de vecinos", sino el alcalde y otro vecino. El alcalde tampoco parece estar "aterrado por las consecuencias de armar más ruido por el caso", según se desprende de la página 19 de EL PAIS del día 14; "está enfermo y asustado más por la Prensa que por lo ocurrido hace una semana", "nos han hecho decir lo que no pensábamos decir". Tampoco parece'que se "tomara por asalto el pueblo", en el sentido de tal acto de guerra contra los habitantes del mismo.

Sacar el hecho del contexto es, por lo menos, una información parcial. Las maniobras denominadas guerrillas, tan peculiares de nuestra manera de ser y de nuestro sistema de defensa tradicional, las más de las veces conducidas magistralmente por paisanos, implican una identificación del Ejército y población sin la cual quedarían desprovistas de contenido. A veces debido al grado de realismo que en ocasiones toma este tipo de operaciones y a la identificación con uno u otro bando ocurren exageraciones y roces, que suelen terminar al fin de los ejercicios con una comida de confraternización donde se comentan las incidencias y peripecias de la guerra. El alcalde, además de su cargo, colaboraría con unos o con otros y ello de buen grado. Esas gentes de la España rural comparten con nosotros durante unos días nuestro trabajo, nuestra comida, nuestras diversiones y nuestra charla bajo un mismo techo. Comparten en fin, "nuestro derecho y nuestro deber de defender a España" (Constitución, artículo 30.1).

No, señor editorialista; no se trata de una broma pesada: es un exceso que no tiene su justificación en guerra y mucho menos en paz.

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Pero, como usted mismo dice, "el clumplimiento de la ley debe ser efectivamente igual para todos". No le quepa duda que en este caso lo será;, ninguno de nosotros pedirá indulto.

He oído ya la petición de un "castigo ejemplar". Los castigos no deben ser de tal tipo, sino justos.

Efectivamente, conductas como la referida no contribuyen al acercamiento Fuerzas Armadas-sociedad civil, pero no es menos cierto que editoriales como el suyo tampoco. Como dice uno de los vecinos de Abena, "se debe separar claramente lo hecho por una persona con lo que son las Fuerzas Armadas". Tal vez en este sentido, don José Galindo y muchas voces con él podrían hablar de un hecho aislado dentro de una constante relación de amistad y ayuda mutua entre estas unidades de guerrilleros y población de muchos pueblos de la España rural, a la que yo desde aquí quiero rendir un homenaje de agradecimiento.-

Capitán de Infantería. Diplomado en operaciones especiales.

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