Cartas al director

Hitchcock y Hitler

Cierto desaliento me ha causadoel artículo de Francisco Umbral titulado El terror, que apareció en EL PAIS el sábado 5 de mayo. En dicho artículo, el señor Umbral intenta demostrar que no es casual que Hitchcock filmara uno de los documentos más terribles jamás realizados sobre los campos de exterminio nazi. Sencillamente porque los , dos AH -Alfred- Hitchcock y Adolf Hitler- eran, en el fondo, muy parecidos. Ésa es la peregrina conclusión a la que llega el señor Umbral. Asimismo, de paso, desexualiza el cine del inglés y atribuye a sus heroínas una frigidez de la que, en muchos casos, ...

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Cierto desaliento me ha causadoel artículo de Francisco Umbral titulado El terror, que apareció en EL PAIS el sábado 5 de mayo. En dicho artículo, el señor Umbral intenta demostrar que no es casual que Hitchcock filmara uno de los documentos más terribles jamás realizados sobre los campos de exterminio nazi. Sencillamente porque los , dos AH -Alfred- Hitchcock y Adolf Hitler- eran, en el fondo, muy parecidos. Ésa es la peregrina conclusión a la que llega el señor Umbral. Asimismo, de paso, desexualiza el cine del inglés y atribuye a sus heroínas una frigidez de la que, en muchos casos, estaban muy lejanas. Puesto que el cineasta, apostilla Umbral, "no puede competir con las grandes industrias cinematográficas mediante el amor -eterna mercadería-, decide hacerlo mediante el terror. Ya que no es Cukor, será Hitchcock". Y, para prestigiar sus curiosas opiniones, cita el libro de entrevistas que Truffaut hizo a Hitchcock, demostrando con esa cita que no ha leído el libro, o que lee corrigiendo lo escrito. Pero pasemos a desfacer entuertos

En primer lugar, Hitchcock jamás tuvo ningún tipo -de vinculación o simpatía con los movimientos totalitarios del siglo; por lo contrario, muchas de sus películas nos muestran héroes manifiestamente antitotalitarios. El mismo hecho de que fuera precisamente Hitchcock el encargado de realizar el documental sobre los crírnenes nazis es harto significativo. Con respecto al desexualizado cine de Hitchcock y a la supuesta frigidez de sus heroínas, puede recordar el señor Umbral, por ejemplo, el personaje que encama Ingrid Bergman en Encadenados, pletórico de vida y de erotismo; o laffigida Grace Kelly, precisamente Grace Kelly, de Atrapa a un ladrón, que transpira erotismo por cada uno de sus poros; o a la misma Kelly, tan atractiva como mundana, en la ahora repuesta La ventana indiscreta; o a la Eva Marie Saint de Con la muerte en los talones. ¿Acaso, señor Umbral, no vio nunca la secuencia del cochecama con Eva Marie-Saint y Cary Grant, manipulada censorialmente en su estreno español, secuencia celebrada en decenas de textos como uno de los mejores ejemplos del erotismo en el cine? ¿Y qué decir de Kim Novak en Vértigo.

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