Reportaje:Las redes de distribución de la heroína en España

El 'mono' y el 'pavo'

La primera sensación que se siente. al recibir el pique es un placer similar al de un orgasmo. Luego se pasa a un estado progresivo de bienestar que alcanza su mayor intensidad a la hora y media de producirse el pinchazo. El efecto de una dosis normal -entre un cuarto de gramo y medio gramo, disuelto en unos centímetros Cúbicos de agua templada -la capacidad de una cuchara sopera- en un heroinómano crónico dura cuatro horas pues al ser una droga hidrosoluble se expulsa a través del riñón. Durante al menos tres horas la ausencia de cualquier tipo de dolor o malestar es totalmente absolut...

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La primera sensación que se siente. al recibir el pique es un placer similar al de un orgasmo. Luego se pasa a un estado progresivo de bienestar que alcanza su mayor intensidad a la hora y media de producirse el pinchazo. El efecto de una dosis normal -entre un cuarto de gramo y medio gramo, disuelto en unos centímetros Cúbicos de agua templada -la capacidad de una cuchara sopera- en un heroinómano crónico dura cuatro horas pues al ser una droga hidrosoluble se expulsa a través del riñón. Durante al menos tres horas la ausencia de cualquier tipo de dolor o malestar es totalmente absoluta.Por tratarse de un poderosísimo analgésico y ansiolítico, la heroína hace inhibirse a los sistemas naturales del cuerpo humano que absorben el dolor y los anula por completo cuando se alcanza un mínimo nivel de adicción, lo que se consigue a partir de las primeras 25 o 30 dosis. En los grandes adictos, la ausencia de los mecanismos naturales de analgesia es total, por lo que cuando el pique deja de hacer efecto comienza a sentirse el síndrome de abstinencia o mono.

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El individuo entra en un estado de neurosis progresiva, que produce sacudidas físicas violentas, acompañadas de agarrotamientos musculares, diarreas, etcétera. La única posibilidad de salir del mono consiste en aplicarse una nueva dosis de droga. De lo contrario, el heroinómano alcanza la situación conocida como el pavo o el pavo frío. Se caracteriza por la piel erizada, salivación excesiva, calambres musculares, alteraciones digestivas, lagrimeo, agitaciones, marasmos, fríos y calores alternativos y un estado de ansiedad y angustia incontrolables que bordean la locura y la semiinsconciencia. Es el momento en el cual el drogadicto es más peligroso, pues necesita inyectarse de cualquier forma. Si el cuadro clínico continuara, se alcanzaría, en ocasiones, el delirium tremens y la muerte por alteraciones cardiovasculares.

Un heroinómano estándar se pica una o dos veces al día dosis de menos de un cuarto de gramo; uno mediano, de tres a cuatro de hasta un cuarto, y uno duro, de cuatro a seis dosis de hasta medio gramo. La vida media de un heroinómano es de 10 años de consumo. A partir de ese momento la muerte se produce por lo que comúnmente se conoce como sobredosis, o bien, por las secuelas que produce la drogodependencia, entre ellas la endocarditis, hepatitis fulminante, neumonía, etcétera. Además, en un 85% de los casos el adicto a la heroína es multitoxicómano de drogas depresoras del sistema nervioso (alcohol, barbitúricos, morfina y todos los opiáceos), estimulantes (cocaína, anfetamina y cafeína) y distorsionantes o alucinógenos (LSD, derivados del cáñamo).

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