Un heroinómano de 22 años se suicida en San Sebastián tras retener a 10 rehenes en un banco durante dos dramáticas horas

Un joven heroinómano, Fausto Galende Villanueva, de 22 años, se suicidó ayer de un disparo en la tráquea después de herir a dos policías nacionales y mantener atemorizados durante dos horas a diez clientes y empleados de la sucursal de la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa en el barrio donostiarra de Herrera. Galende había intentado atracar la sucursal bancaria, armado con una escopeta recortada, en compañía de un muchacho de 17 años, Albino Lauzón Vázquez, que se encuentra detenido

.El suceso -una tragedia compuesta por escenas de violencia, pánico, angustia e incertidumbre- pone ...

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Un joven heroinómano, Fausto Galende Villanueva, de 22 años, se suicidó ayer de un disparo en la tráquea después de herir a dos policías nacionales y mantener atemorizados durante dos horas a diez clientes y empleados de la sucursal de la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa en el barrio donostiarra de Herrera. Galende había intentado atracar la sucursal bancaria, armado con una escopeta recortada, en compañía de un muchacho de 17 años, Albino Lauzón Vázquez, que se encuentra detenido

.El suceso -una tragedia compuesta por escenas de violencia, pánico, angustia e incertidumbre- pone de relieve la ineficacia de las medidas para la curación de los heroinómanos, 12 de los cuales han muerto en Guipúzcoa a lo largo de este año. Fausto Galende, de 22 años (miembro de una familia de seis hermanos, tres de los cuales -dos ahora- son heroinómanos), acudió el martes último, junto con su hermana y su madre, a uno de los módulos psicosociales instalados por la Diputación de Guipúzcoa en San Sebastián, y como respuesta a sus demandas urgentes obtuvo la promesa de una entrevista, a celebrar mes y medio más tarde.

Decepcionado por la vaguedad de la respuesta y angustiado por el síndrome de abstinencia, la víctima pasó sus últimos días en su casa, ensimismado y cabizbajo, mientras sus familiares intentaban conseguir un crédito para pagar la entrada del joven en la asociación El Patriarca. Fausto Galende Villanueva abandonó la cárcel de Cáceres hace dos meses, tras haber cumplido una pena de tres años. Su madre se enteró de que Fausto se encontraba acorralado por la policía en la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa en el barrio de Herrera cuando asistía en el juzgado de San Sebastián al juicio de otro de sus hijos, Miguel Ángel, de 18 años de edad, también heroinómano, actualmente encarcelado y acusado de numerosos delitos. La familia no dispone de otros recursos que el sueldo del padre, pescador, que se encontraba ayer en Terranova.

Fausto Galende y Albino Lauzón penetraron en la sucursal de la CAP a las 11.20 horas, armados con una escopeta de cañones recortados y una navaja. "Es un atraco. Queremos heroína", gritó el primero, encañonando a los empleados y clientes que se encontraban en ese momento en la oficina bancaria. Un empleado accionó el dispositivo de cierre de la puerta, situada en un extremo del mostrador, que aísla por medio de cristaleras antibalas las dependencias internas de la sucursal. Diez personas, los empleados y varios clientes que gestionaban en esos momentos operaciones financieras quedaron aislados y protegidos en el interior del bunker, mientras otras tres personas -una mujer, un niño y un hombre de edad- permanecían al alcance de los dos jóvenes, que reaccionaron de forma violenta, descargando la escopeta de postas contra la cerradura de la puerta blindada de las dependencias donde se encuentra la caja fuerte.

La policía fue alertada del atraco por medio del dispositivo antirrobos que conecta con el 091, acudiendo al lugar una patrulla, iniciándose un tiroteo, en el que resultó herido en una mano el cabo Esteban Noguerola.

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La policía no autorizó que a los atracadores se les inyectara droga

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Efectivos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil se apostaron en las inmediaciones de la sucursal bancaria, parapetándose tras el autobús de línea, un camión abandonado por su conductor en el tiroteo y tras sus propios vehículos. En la calzada, rastros de sangre del cabo herido, vecinos que se agolpaban con el corazón en un puño, y nerviosismo general.

Los contactos se iniciaron enseguida, a través de un transmisor que un miembro de la Cruz Roja entregó a los atracadores. Fausto Galende pidió hablar con Toni, un miembro de la Guardia Civil al que conoció, al parecer, en alguna de las ocasiones en las que estuvo detenido. Toni y Fausto iniciaron entonces un diálogo angustioso, a veces interrumpido bruscamente por el heroinómano, que se negaba a dejar en libertad a los rehenes si antes no le suministraban una dosis de heroína. Los rehenes manifestaron después que el estado de ánimo y la actitud de los atracadores sufrían constantes altibajos. "De repente, nos amenazaban de muerte y nos insultaban porque no les abríamos la puerta del bunker, y después, sobre todo tras hablar con el tal Toni, parecían apaciguarse mucho, aunque insistían siempre en meterse el pico de heroína".

El comisario jefe de Pasajes, que dirigió la operación policial, se negó a autorizar que se les suministrara heroína, ya que, en su opinión, esta decisión corresponde a un juez. Al parecer, la Policía temía que los atracadores reaccionaran caprichosa o violentamente si, como exigían, el miembro de la Cruz Roja que hacía de intermediario les suministraba la heroína. La Policía accedió a que se les suministrara a los atracadores dosis de metaserine (una droga cuyos efectos no son instantáneos, al contrario que la heroína, sino que tardan una media hora en producirse). El heroinómano accedió, finalmente, a dejar salir a los rehenes.

Una vez que la mayoría de los rehenes salió, los atracadores penetraron en el bunker acompañados del intermediario de la Cruz Roja y una persona que había conseguido ganarse la confianza de Fausto. Dos policías nacionales, uno de ellos con chaleco antibalas, ocuparon el balcón que comunicaba con la sucursal y sorprendieron a los atracadores, uno de los cuales decidió entregarse, mientras casi a continuación Fausto Galende disparaba su arma, alcanzando en el tórax, a través del ventanal, al policía Fernando Díaz García que no llevaba chaleco antibalas, y que está ingresado en el hospital vizcaíno de Cruces. El heroinómano abandonó a sus rehenes y se suicidó en uno de los pequeños váteres de la caja de ahorros, donde fue encontrado recostado por los miembros de la policía que penetraron en la oficina 10 minutos después, a las 13.23 horas.

"Sólo quiero heroína", pidió el atracador a la Guardia Civil

"Solo quiero heroína" es la frase que Fausto Galende repetía ayer en la conversación que mantuvo a través de un radioteléfono con un sargento de la Guardia civil apodado Toni y con el comisario jefe de Pasajes. El heroinómano lloró e imploró a su madre pidiendo un pico, y, más que amenazar a sus rehenes, anunció su propia muerte.-Toni, solo quiero heroína, tráeme cinco gramos de heroína. Lo único que quiero es meterme algo dentro del cuerpo.

-No podemos darte heroína, todo lo que incautamos lo entregamos a Sanidad, ya lo sabes, deja salir a los rehenes.

-Como no me traigáis heroína me voy a meter un cartuchazo en todo el corazón.

-Fausto, no tenemos heroína, no podemos darte. Todo lo que cogemos lo llevamos a Sanidad.

-Toni, yo te digo que vayas a un sitio, a un piso que yo te diga y me traigas la heroína. Yo sólo quiero que éstos me dejen entrar en el bunker y que me traigan la heroína.

-Deja salir a los rehenes uno a uno y entonces puedes entrar tú en el bunker, y luego hablamos de tu problema.

-Yo te digo un piso para que vayáis a por la heroína. Hay un rehén que quiere quedarse conmigo porque comprende mi situación ¿entiendes? Si no, que venga mi hermano, le doy dinero del que hay aquí y que vaya a por heroína, ya que vosotros no podéis conseguirla. Te doy el dinero y vas a por heroína al primer establecimiento. ¿Pero me habéis tomado por una hembra? Esto que me habéis dado es henna. Oye, que los que están aquí no tienen nada que ver.

Comisario: - Te digo que dejes salir a los últimos rehenes y que vayas pensando en entregarte.

Toni: - Pero esto estaba hablado ¿no?

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