La unión de la derecha gallega, en entredicho por la crisis interna de la Xunta autonómica

Sólo 5 de los 14 componentes del primer Gobierno gallego de Alianza Popular, constituido en enero de 1982, permanecen aún en sus cargos al cabo de un bienio de crisis y reajustes, provisionalmente cerrado ayer con la dimisión del vicepresidente para Asuntos Económicos, Carlos Mella. La renuncia de Mella, un centrista enfrentado al aparato de AP que decidió anticiparse a su muy probable cese, compromete la política de unión de la derecha en Galicia, impulsada por Gerardo Fernández Albor, y abre paso al más importante de los cinco reajustes sufridos hasta ahora por la Xunta.Provocada en aparienc...

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Sólo 5 de los 14 componentes del primer Gobierno gallego de Alianza Popular, constituido en enero de 1982, permanecen aún en sus cargos al cabo de un bienio de crisis y reajustes, provisionalmente cerrado ayer con la dimisión del vicepresidente para Asuntos Económicos, Carlos Mella. La renuncia de Mella, un centrista enfrentado al aparato de AP que decidió anticiparse a su muy probable cese, compromete la política de unión de la derecha en Galicia, impulsada por Gerardo Fernández Albor, y abre paso al más importante de los cinco reajustes sufridos hasta ahora por la Xunta.Provocada en apariencia por un conflicto en el reparto de áreas de Gobierno, la crisis ha supuesto, al igual que en ocasiones anteriores, la confirmación del poder personal de José Luis Barreiro, vicepresidente político de la Xunta y secretario general de AP en Galicia.

Barreiro forma parte y, en cierto modo, es la cabeza política visible del pequeño grupo de miembros del Gobierno gallego que han logrado conservar sus cargos a través de los cinco sucesivos reajustes sufridos por la Xunta desde su constitución. Los restantes son tres consejeros de su estricta confianza -los de Ordenación del Territorio, Ángel Carreño; Trabajo, Juan Corral, y Turismo, Manuel Villanueva- y el propio presidente, Gerardo Fernández Albor.

La crisis intermitente -de la que forma parte, como momentáneo último acto, la dimisión del vicepresidente económico, Carlos Mella- es una consecuencia directa de la precaria victoria obtenida en las elecciones gallegas de octubre de 1981 por Alianza Popular. La necesidad de obtener una mayoría estable, que garantizase la ejecución de su programa legislativo en el Parlamento autónomo, obligó a la Xunta a negociar un pacto de apoyo con 14 de los 24 diputados procedentes de la extinta UCD, varios de los cuales -entre ellos, el propio Carlos Mella- terminaron por integrarse en el partido del Gobierno autónomo.

El reajuste que siguió al pacto había sido precedido por las dimisiones del consejero de Justicia e Interior, José González Dopeso, molesto por la decisión de situar en Santiago la sede de las instituciones autonómicas, y del primer vicepresidente de la Xunta, José Manuel Romay, que optó por el acta de diputado obtenida en las elecciones de octubre de 1982.

El descontento generado en algunos sectores de Alianza Popular por el desenlace de aquella crisis aumentó notablemente durante las últimas semanas, como consecuencia e la atípica gestión económica de Carlos Mella, decidido a construirse una imagen progresista diferenciada del resto del Gobierno. La crisis coincide con la formulación de dos interpelaciones a la Xunta para que explique ante el Parlamento gallego las razones del cese del anterior consejero de Agricultura, Jaime Rey de Roa.

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