Acuerdo interliberar para todos los presos de guerra

ENVIADO ESPECIAL La Conferencia de Reconciliación Nacional Libanesa acordó ayer la puesta en libertad de todos los prisioneros de guerra (entre 1.500 y 2.000, según estimaciones oficiosas) detenidos en la actualidad por las distintas facciones rivales del país. Para que la decisión fuera materializada inmediatamente, la conferencia cursó instrucciones en este sentido, a últimas horas de la mañana, a la comisión militar, que en Beirut está encargada, además, de hacer respetar el alto el fuego, decretado el lunes pasado. La jornada de ayer en estuvo marcada por un enfrentamiento entre verbal ent...

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ENVIADO ESPECIAL La Conferencia de Reconciliación Nacional Libanesa acordó ayer la puesta en libertad de todos los prisioneros de guerra (entre 1.500 y 2.000, según estimaciones oficiosas) detenidos en la actualidad por las distintas facciones rivales del país. Para que la decisión fuera materializada inmediatamente, la conferencia cursó instrucciones en este sentido, a últimas horas de la mañana, a la comisión militar, que en Beirut está encargada, además, de hacer respetar el alto el fuego, decretado el lunes pasado. La jornada de ayer en estuvo marcada por un enfrentamiento entre verbal entre las facciones cristianas.

Hacia las 11.00 horas, el fundador de la Falange, Pierre Gemayel, padre del presidente, y Camille Chamoun, líder del Frente Libanés (coalición de partidos conservadores) pidieron "garantías de seguridad" para los cristianos libaneses que, de una forma u otra, han colaborado con Israel.

La reacción del ex presidente de la República, Suleiman Frangie, enemigo de los anteriores, no se hizo esperar, y en un tono enérgico y solemne añadió que "cualquier colaborador del Estado judío, cristiano o no, debe ser considerado como traidor". Para que cada delegación pudiese escoger su campo, Frangie propuso que la conferencia votase "si Israel es un país hermano de Líbano o, por el contrario, una nación enemiga". La propuesta de Frangie no despertó demasiado entusiasmo ni siquiera en el seno de las delegaciones drusa y chiita.

Parsimonioso y solemne, contrariado y cabizbajo, Frangie, al comprobar la falta de apoyos, prefirió abandonar la reunión antes de renunciar al voto sobre Israel. La conferencia estuvo durante casi media hora bloqueada. El presidente Amín Gemayel, condescendiente y hábil, conseguiría poco después convencerle de la necesidad de regresar a la sala.

Concluir un plan

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Las deliberaciones se prolongaron hasta pasado el medio día antes de suspenderías hasta mañana, pues se decidió que hoy no haya sesión, en memoria del aniversario del asesinato del padre de Walid Jumblat. Las conversaciones, sin embargo, continúan a fin de poder presentar mañana a la conferencia un documento acordado, en la medida de lo posible, sobre los principios que parecen ser prioritarios: consolidación del alto el fuego, formación de un Gobierno de unión nacional, reforma política y administrativa e implantación de mayores medidas de seguridad en la frontera con Israel. Ayer por la tarde dos comisiones trabajaban en la elaboración de este texto.

El vicepresente sirio, Abdel Halim Jadam, sin querer inmiscuirse en los asuntos internos de un país amigo, como dijo en su discurso, ha hecho un llamamiento a los participantes para que respeten el cese el fuego y se convenzan de la necesidad de un Gobierno de unión nacional y de la conveniencia de ciertas reformas políticas.

Oficiosamente, se dice que al final se impondrá el plan de Damasco, y el portavoz del presidente Gemayel, Michel Samaha, reconoce públicamente que el papel del mediador sirio es constructivo. Su objetivo es solucionar los problemas del país preservando los intereses de cada comunidad en base a un nuevo reequilibrio de fuerzas.

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