Cartas al director

Areilza y la OTAN

Parece ser que, con el artículo del señor Areilza (EL PAIS, 22 de enero) y otros similares, ciertos medios quieren iniciar una campaña de otanización de la conciencia popular española. No deben ser dichos propósitos ajenos a la actual ambigüedad gubernamental.Habla el señor Areilza de la conexión evidente entre la pertenencia a la CEE y a la Alianza Atlántica. Creo que en esta sutil y casi siempre confusa argumentación -que se está actualmente elaborando para el consumo interno del pueblo español, generalmente inexperto en cuestiones de alta diplomacia, y al que, por tanto, es re...

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Parece ser que, con el artículo del señor Areilza (EL PAIS, 22 de enero) y otros similares, ciertos medios quieren iniciar una campaña de otanización de la conciencia popular española. No deben ser dichos propósitos ajenos a la actual ambigüedad gubernamental.Habla el señor Areilza de la conexión evidente entre la pertenencia a la CEE y a la Alianza Atlántica. Creo que en esta sutil y casi siempre confusa argumentación -que se está actualmente elaborando para el consumo interno del pueblo español, generalmente inexperto en cuestiones de alta diplomacia, y al que, por tanto, es relativamente fácil desorientar- se está olvidando un factor esencial, decisivo: que la OTAN, digan lo que digan sus fogosos y fugaces defensores, es un pacto militar, claramente orientado y liderado por Estados Unidos, dado su abrumadora superioriad política, militar y económica respecto al resto de los aliados. Y, por el contrario, el Mercado Común supone una primera piedra (si bien es cierto que todavía muy reducida y con evidentes malformaciones) del gran sueño de la unidad europea. Es lógico y necesario que España se integre en su entorno, en el proyecto histórico europeo. Pero ¿por qué deberíamos convertirnos en una víctima más de la infernal dinámica de bloques? Y que nadie diga que esta postura resulta utópica; otros la han mantenido y defendido antes que nosotros (el mismo Areilza pone algunos ejemplos). No, el neutralismo no es, como quieren dar a entender, un indicio de subdesarrollo (¿cuántos países africanos o asiáticos son realmente neutrales?), sino de la única actitud madura que se puede adoptar en nuestra época. Supone la posibilidad de que España pueda autoexpresarse con relativa independencia e integridad en el ámbito internacional. Digámosle, pues, al pueblo la auténtica verdad, sin engaños, sin falacias./

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