Robert Marx, buscador de tesoros

Un especialista mundial en arqueología submarina quiere explorar la bahía de Cádiz

Robert Marx, norteamericano, lleva 30 años explorando los fondos marinos de todas las costas del mundo. Ahora está en España, en demanda de permiso para explorar la bahía de Cádiz en busca no sólo de los cerca de 300 galeones con tesoros hundidos a la vuelta de América y de cuya existencia queda constancia en el archivo, sino también de algún barco fenicio en suficiente estado de conservación como para que se pueda construir una réplica del mismo y atravesar con él el Atlántico.

A este fornido americano su pasión por la arqueología submarina, nacida de un encuentro casual con Cousteau c...

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Robert Marx, norteamericano, lleva 30 años explorando los fondos marinos de todas las costas del mundo. Ahora está en España, en demanda de permiso para explorar la bahía de Cádiz en busca no sólo de los cerca de 300 galeones con tesoros hundidos a la vuelta de América y de cuya existencia queda constancia en el archivo, sino también de algún barco fenicio en suficiente estado de conservación como para que se pueda construir una réplica del mismo y atravesar con él el Atlántico.

A este fornido americano su pasión por la arqueología submarina, nacida de un encuentro casual con Cousteau cuando era un adolescente deseoso de aventuras, le ha llevado a aprender cinco idiomas escribir 25 libros, visitar reiteradamente un centenar de archivos y explorar mil fondos marinos. También le ha llevado a desestimar en tres ocasiones la oferta de rapidez y confort que la moderna aeronáutica propone a quien desee atravesar el Atlántico y a optar por medios más trabajosos: acompañó al capitán Etayo en su travesía a bordo de la Niña II, réplica de una de las carabelas de Colón, y emprendió dos travesías a bordo de sendas réplicas de la nave vikinga. Lo de la Niña II salió bien, pero sus dos sucesivas réplicas de nave vikinga acabaron en el fondo del océano. Él salió a flote.Ese largo historial no hace que se sienta, ni con mucho, al final del camino como arqueólogo submarino, y de hecho él afirma que todo lo que hasta ahora ha encontrado en fondos marinos no es nada comparado con lo que existe en la bahía de Cádiz. Los dos fracasos bordo de naves vikingas tampoco han enfriado sus ansias de aventura, y uno de sus principales objetivos en la exploración de la bahía de Cádiz es el rescate de algún barco fenicio lo suficientemente bien conservado como para que permita la reconstrucción de esta nave, con fines de emprender un viaje sin precedentes a través del Atlántico: "He encontrado restos de un barco fenicio en las costas de Brasil, y eso demuestra que se puede llegar con él hasta América.

La bahía de Cádiz es para Robert Marx el mejor yacimiento arqueológico mundial: "Por ahí ha pasado todo. Incluso está registrado uno de los mayores naufragios masivos de naves vikingas de la historia, unas 50, al regreso de un viaje de saqueo por el Mediterráneo". El entusiasmo de Robert Marx hacia este yacimiento se basa tanto en su condición de punto de paso en todas las épocas como en el fondo fangoso, que impide la presencia del teredo navalis, voraz enemigo natural de la madera sumergida: "Lo que queda en el fango se conserva mucho mejor".

El Archivo de Indias le ha servido para saber de la existencia de cerca de 300 galeones hundidos al regreso de América, la mayoría de ellos con importantes tesoros, como los que ha rescatado ya en el Caribe del Nuestra Señora de los Milagros o el Nicolasa, dos ejemplos de galeones españoles hundidos cuyos secretos han sido violados por este arqueólogo-aventurero que representa a una importante sociedad internacional, la Phoenician Exploration, y que ha trabajado para los gobiernos de muchos países. Entre otros hallazgos españoles importantes realizados por Marx se cuenta también el Nuestra Señora de las Maravillas, uno de los que llevó Colón en su cuarta y última travesía.

Robert Marx ofrece a España las que afirma son las mejores condiciones del mercado: pone el barco, equipado para esta actividad; contratará personal español, con idea de formar escuela de arqueología submarina, al tiempo que buscará la colaboración de los hombres-rana de la Armada, donde ha encontrado buen eco su propuesta. Respecto a los hallazgos, las piezas únicas pasarán a poder del Estado, y, en caso de piezas repetidas y de tesoros, el Estado y la Phoenician Exploration repartirían a partes iguales.

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