Series del tercero, en Barcelona y Montcada i Reixac

En año y medio de existencia, la administración de Lotería nº2 12, de la calle de Witardo, junto a la avenida de Madrid, de Barcelona, no hace otra cosa que dar premios gordos. En mayo de 1982 repartió 40 millones de pesetas. Ayer fueron 60, correspondientes a una serie del tercer premio. Y ayer mismo, los vecinos de la calle de Witardo empezaron a pasar por la ventanilla para comprar el décimo de la Lotería del Niño."Aquí vive la suerte", decía entusiasmada la dependienta de un centro comercial de los alrededores, que había repartido entre sus clientes papeletas por valor de dos peseta...

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En año y medio de existencia, la administración de Lotería nº2 12, de la calle de Witardo, junto a la avenida de Madrid, de Barcelona, no hace otra cosa que dar premios gordos. En mayo de 1982 repartió 40 millones de pesetas. Ayer fueron 60, correspondientes a una serie del tercer premio. Y ayer mismo, los vecinos de la calle de Witardo empezaron a pasar por la ventanilla para comprar el décimo de la Lotería del Niño."Aquí vive la suerte", decía entusiasmada la dependienta de un centro comercial de los alrededores, que había repartido entre sus clientes papeletas por valor de dos pesetas por número.

La propietaria, Rosa María González-Estrada, se había reservado muchas participaciones, pero no había cogido el 42.812, el número premiado. Ella, sin embargo, estaba contenta: "Hemos vuelto a repartir la suerte. Y lo más importante es que el premio se ha vendido décimo a décimo".

Un olvido millonario

Otras cuatro series del tercer premio fueron a parar a Montcada i Reixac. Ángel García, un empleado del Banco Hispano Americano en esta localidad, pensó que el 42.812 era un número bonito y a mediados de octubre le encargó un décimo a Gertrudis Gutiérrez, a quien todos llaman Tula, la encargada de la administración de Lotería nº 1 de Montcada i Reixac. Ángel García no se acordó de recoger su décimo, y Tula lo vendió el día 21 por la noche, un cuarto de hora antes del cierre del establecimiento.

El frustrado jugador se quedó sin premio y, por añadidura, el banco lo envió a captar clientes entre los premiados. "Cuando a uno le pasa algo así, siente una decepción muy grande, terrible", comentaba mientras intentaba convencer a Filomena López Calatayud, una anciana que tenía 300 pesetas del tercer premio, para que ingresara el dinero en su banco. "Aunque no me haya favorecido la suerte, tengo la recompensa de " empleo, ¡qué le vamos a hacer!".

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