TRIBUNALES

Condenado a 27 años por asesinar a patadas a un niño de cinco años

La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a Eduardo Murillo Ramos a una pena de 27 años de reclusión por el asesinato a patadas y golpes del niño de cinco años, Bonifacio Solís. Según la sentencia, Eduardo Murillo, condenado anteriormente por delitos contra la salud pública (drogas), daños y tentativa de robo, "es adicto a la heroína, aunque puede calificarse como persona normal con rasgos psicopáticos".Cuando Murillo se encontraba cumpliendo el servicio militar en la Legión, recibió una carta de Evarista Cruz, de la que había sido novio y que se encontraba embarazada y separada de su esp...

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La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a Eduardo Murillo Ramos a una pena de 27 años de reclusión por el asesinato a patadas y golpes del niño de cinco años, Bonifacio Solís. Según la sentencia, Eduardo Murillo, condenado anteriormente por delitos contra la salud pública (drogas), daños y tentativa de robo, "es adicto a la heroína, aunque puede calificarse como persona normal con rasgos psicopáticos".Cuando Murillo se encontraba cumpliendo el servicio militar en la Legión, recibió una carta de Evarista Cruz, de la que había sido novio y que se encontraba embarazada y separada de su esposo Antonio Solís. Murillo salió de la cárcel de Ceuta y se fue a vivir a Zamora con Evarista y su hijo Bonifacio. En Zamora se instalaron en casa de la madre de él y Evarista se dedicó, después de otros empleos, a la prostitución, "incluso fue obligada a hacer la calle por Murillo y su madre".

Murillo estaba en busca y captura, por lo que se trasladó a un piso en Parla (Madrid), que era pagado por Evarista, quien también le proporcionaba alrededor de 4.000 pesetas semanales para adquirir droga. A cambio, Murillo cuidadaba al menor. El acusado golpeó en varias ocasiones a Evarista y al niño, sobre todo después de que la madre se aficionara al juego y le mandara menos dinero.

El 9 de marzo de 1982 Murillo llamó a su madre, Cipriana, para que viniera de Zamora, y como ésta se negó, volvió al piso, donde golpeó al niño con la hebilla del cinturón y dándole patadas, "con tal brutalidad y fuerza que una le produjo la salida del testículo derecho y otra un fuerte golpe en el abdomen que le partió el bazo", lo que le originó la muerte.

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