Descenso de las exportaciones

Las relaciones comerciales y pesqueras entre España y Portugal constituyen desde hace muchos meses un verdadero quebradero de cabeza para las autoridades de ambos países: lo que eufemísticamente fue calificado por responsables del Ministerio de Economía español como "dificultades administrativas", interpuestas por Portugal, ha hecho descender nuestras exportaciones al país vecino de 64.000 millones de pesetas el año pasado a poco más de 38.000 millones en los nueve primeros meses de 1983. Mientras tanto, Portugal hacía subir sus ventas a España de 16.000 millones en 1982 a 17.507 en el mis...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Las relaciones comerciales y pesqueras entre España y Portugal constituyen desde hace muchos meses un verdadero quebradero de cabeza para las autoridades de ambos países: lo que eufemísticamente fue calificado por responsables del Ministerio de Economía español como "dificultades administrativas", interpuestas por Portugal, ha hecho descender nuestras exportaciones al país vecino de 64.000 millones de pesetas el año pasado a poco más de 38.000 millones en los nueve primeros meses de 1983. Mientras tanto, Portugal hacía subir sus ventas a España de 16.000 millones en 1982 a 17.507 en el mismo período del año actual, con lo que su tasa de cobertura mejoró del 20%. al 47%.Portugal se empeña en congelar el anejo P, integrado en el acuerdo España-EFTA, que rige las relaciones comerciales con nuestro país. Una muestra de tal empeño habría sido parte de las "dificultades administrativas" que encontraron las exportaciones españolas de ciertos productos dirigidos al mercado del otro país ibérico.

Tampoco el acuerdo pesquero, que data de 1969, convence a Portugal, que pretende que el texto, con vigencia para 20 años y escasas posibilidades jurídicas de ser denunciado, no ampare en adelante la concesión de nuevas licencias para faenar en aguas portuguesas. Las posiciones parecen irreductibles y la dureza en las negociaciones ha dado lugar, incluso, a un reciente incidente diplomático, cuando el secretario de Estado de Pesca español, Miguel Oliver, sufrió un sonado desaire durante un viaje a Lisboa.

Junto a esta divergencia de fondo, otras, como la existencia de informes contradictorios acerca de los riesgos con que se encuentra el almacenamiento de cigalas en aguas portuguesas, se consideran "temas menores". El propio director general de Relaciones Pesqueras Internacionales, Javier Casanova, admitía la pasada semana que "no cree en una solución rápida" al tema pesquero y que no existen documentos en este ámbito que puedan ser firmados en la próxima cumbre de Lisboa.

Este marco hace improbable un avance sustancial en el ámbito comercial o pesquero durante el encuentro hispano-portugués, del que, en cambio, sí podrían salir medidas en el ámbito cultural o, incluso, en el puramente diplomático (se firmará, por ejemplo, un documento conjunto al que ambas partes conceden desde ahora gran importancia).

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En